Tras el devenir de los años, se ha observado un crecimiento descomunal de los espectadores hacia el rubro del deporte, producto de su incorporación como actividad inalienable en el desarrollo del ser humano, asimismo por el arduo trabajo de los medios de comunicación en la consolidación mediática a modo de entretenimiento. Consecuentemente, estados, empresas, organizaciones de la sociedad civil han insistido empecinadamente en formar parte de ella, debido que supone otro margen de maniobra en la consecución de sus objetivos. Por tanto, el propósito de este escrito es analizar el realce de la diplomacia deportiva en los eventos competitivos con mayor audiencia, siendo el caso de la Copa Mundial de Fútbol, con la finalidad de analizar su implementación por parte de los actores estatales en el sistema internacional como medio de posicionamiento político-económico.

Por consiguiente, el deporte y la diplomacia tienen sus orígenes desde tiempo antiguo, donde con el transcurrir de los decenios han coincidido en algunas facetas del progreso de la humanidad y la interrelación entre las sociedades. Reafirmando lo anterior, se destaca que desde tiempo remoto en la Antigua Grecia se celebraron los primeros juegos olímpicos entre los años de 777 a. C. hasta el año 394 d. C.  en la ciudad de Olimpia marcado por la promulgación de una tregua (tradición ékécheiria),[1] para suspender temporalmente las guerras entre las ciudades-estados griegas (polis), ocurriendo que sus atletas o representantes lograran participar cada cuatro años a esta cita deportiva.[2]

Por otro lado, es menester señalar que la celebración de estos eventos deportivos fue sustituida momentáneamente por competiciones de caballería, esto a causa de la instauración del feudalismo; no obstante, con el devenir de los años este sistema político-económico se desvaneció con el surgimiento de movimientos intelectuales en el marco de la Ilustración, permitiendo el retorno de algunas ideas que se desarrollaron en la Antigua Grecia referente a la organización política-social y formación humana en términos de educación. En este aspecto, se buscó restablecer los valores y tradiciones realizadas en dicha etapa, con la única diferencia que su incorporación estaría sujeta en la mayoría de los casos bajo los parámetros de la ideología liberal.[3]

Es así, como entró de nuevo en la palestra a finales del siglo XIX la idea de restablecer los Juegos Olímpicos Antiguos, producto de la propuesta de Pierre Fredy de Coubertin, que buscó de una forma más institucionalizada su celebración.[4] En virtud de ello, se fundó el Comité Olímpico Internacional (COI) en 1894, lo que implicó posteriormente a la realización de los primeros juegos en Atenas (1896) como la adopción de la Carta Olímpica (1908), donde poco a poco se vislumbró la pretensión de su universalidad y búsqueda de afianzamiento en la vida del ser humano.[5]

Sucesivamente, se incorporaron más disciplinas deportivas en el marco de los Juegos Olímpicos, generando la aparición de nuevas competiciones internacionales de cada una de ellas. De esta manera, el deporte seguidamente adquirió un mayor reconocimiento social, hasta el punto de que se convirtió como parte inalienable en la vida del ser humano sin ninguna objeción, dado el impacto generado por su practicidad y visualización. Lo que conllevó a pensar sobre el cumplimiento del ideal de sus impulsores de ser una herramienta propicia para el desarrollo de las sociedades. Por consiguiente, se esperaba que el uso de ella fuera exclusivamente para la cohesión social del individuo; no obstante, en algunas etapas de la historia se observó el empleo de ella como un medio político para el posicionamiento de los Estados en el sistema internacional.

En virtud de ello, durante la mayor parte del siglo XX se contempló notablemente esta situación en los eventos deportivos; empero, esto no hubiera sucedido si el deporte careciera de la capacidad para influir plenamente en el comportamiento del individuo de forma inconsciente. En relación con lo anterior, es importante mencionar que la Revolución Industrial jugó un papel importante en la configuración de su poder, iniciando en un ocio de la gente trabajadora desde un primer instante hasta el punto de traspasar en los demás estratos sociales. Un caso práctico fue el fútbol, siendo sus orígenes y formación definitiva en Inglaterra. Posteriormente, devino su proceso de reglamentación mediante la constitución de la International Football Association Board (IFAB) en 1886 y la fundación del ente rector de esta disciplina a nivel internacional en 1904, siendo la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA)

Como resultados en la búsqueda de su estandarización, permitió conseguir por parte de algunos Estados los adeptos necesarios para la organización de un torneo alternativo que se celebraba en el marco de los juegos olímpicos desde inicio del siglo XX, es así que nace la Copa Mundial de Fútbol. Este evento deportivo contribuyó a su expansión progresivamente a nivel internacional, dado que buscaba la inclusión de todos los países en participar en ella. Si bien, desde sus inicios tuvieron inconvenientes para su realización por problemas de reconocimiento y apoyo a este proyecto; sin embargo, en 1930 se produce la primera cita de este campeonato de manera oficial en Uruguay con la participación de trece selecciones.[6]

Tras la finalización de este torneo, el fútbol marcó otro hito trascendental en la historia del deporte en términos de cohesión social. Desde aquel entonces, solo las competiciones olímpicas habían logrado una conexión entre las sociedades e involucramiento de los estados para su organización. En consecuencia, el legado de la Copa Mundial va más allá de las competiciones subsiguientes, sino que sentó las bases para su evolución y expansión a nivel global, volviéndose prioritaria e inevitable para formar parte de ella.

A medida que el fútbol iba creciendo en popularidad, permitió el surgimiento de otras competiciones a nivel de selecciones y clubes, causando el crecimiento de los miembros dentro de la FIFA, deviniendo así en la reestructuración de los formatos de clasificación y elección de la sede que albergará estas citas deportivas, con el propósito de realizar procesos democráticos e igualitarios. Por otra parte, es indispensable resaltar que esta disciplina deportiva no está aislada del contexto político-social donde se desarrolla, por ende, no es un fenómeno neutro que pueda abstraerse de las circunstancias que lo envuelven y configuran.

En relación con lo anterior, el fútbol al igual que el deporte en general no solamente se ha utilizado para fines sociales, sino políticos; en ese sentido, los tomadores de decisiones o grupos de poder, empresas u otros actores del sistema internacional se han abocado a ella, con la intención de alcanzar sus objetivos de otra forma. A manera de ejemplificación, desde el siglo XX, se comenzó a observar plenamente este fenómeno con los regímenes totalitarios, tal es el caso: fascista, nazista, o franquista, quienes lo emplearon al servicio de sus intereses ideológicos.[7]

En vista de la utilización indebida del deporte en la búsqueda o consecución de fines particulares, los tomadores de decisiones durante la Guerra Fría no reincidieron al uso de ella, ya que tenían claro su poder como herramienta de persuasión para incidir en el comportamiento de la sociedad y dinámica del sistema internacional (soft power). Por tanto, la mayoría de los enfrentamientos sobrepasó más allá de lo deportivo, de forma que se escalaba a una competitividad más notoria en donde cada uno de los países buscaba el triunfo, con el propósito de relucir y reivindicar su propuesta de desarrollo al mundo.

Durante este contexto, los eventos deportivos sirvieron como escenario propicio para representar de forma trascendental la pugna entre los Estados Unidos de América y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en la búsqueda de la consolidación de su causa en el plano internacional. Cabe recalcar que, los medios de comunicación jugaron un rol importante en propagar la confrontación en estos escenarios, pero a su vez generar en el espectador una preocupación por el posible desencadenamiento de un conflicto entre estos actores a raíz de los resultados dentro de los enfrentamientos deportivos.

De ahí la importancia de la búsqueda de resultados favorables en los eventos deportivos, puesto que sitúa al Estado en una posición de superioridad frente a los demás. En consecuencia, el deporte cada vez más se consolidó como un medio de política exterior para la consecución de objetivos sin el uso de la fuerza como tal; por ende, se recurrió a ella habitualmente con el propósito de generar o consolidar un estatus en el sistema internacional, transmitir mensajes ideológicos, desviación de problemas políticos-sociales. y de promover la imagen e identidad nacional de los países.

Partiendo de los argumentos relacionados anteriormente, se puede mencionar los siguientes ejemplos en el campo del fútbol referente a diplomacia deportiva: en primer lugar, corresponde al escenario de una creación de cortina de humo para la desviación de problemas políticos-sociales; esto tuvo lugar en la Clasificatoria al Mundial de México 1970 entre las selecciones: salvadoreña y hondureña en el año de 1969, donde en medio de los partidos se suscitó un enfrentamiento militar (Guerra de las 100 horas), llamada mediáticamente “la Guerra de Fútbol”. Anticipadamente, ambos países estaban en una situación de tensión, esto debido al malestar del gobierno de El Salvador concerniente a la situación de violación de derechos de los trabajadores salvadoreños en territorio hondureño, a raíz de la implementación de la reforma agraria por parte de ellos. En este caso, el conflicto bélico no se derivó por razones futbolísticas, sino por cuestiones ajenas a ella; aunque los dos gobiernos aprovecharon este suceso para orientar la atención de sus poblaciones al exterior.

En segundo lugar, es referido en la autoproclamación de una victoria moral; es así como, la repesca intercontinental por un cupo a la Copa Mundial de 1974 en Alemania Occidental, entre las selecciones: chilena y soviética en el año 1973. Durante este duelo, se tiene como contexto el advenimiento al poder de Augusto Pinochet, tras el golpe de Estado a Salvador Allende, aunado al rompimiento de relaciones diplomáticas. Previamente al partido de ida celebrado en la ciudad de Moscú, se observó la disconformidad por parte de las autoridades de la URSS, dado que el gobernante derrocado era aliado a ellos, no obstante, se disputó el encuentro con esa tensión política de por medio, siendo el resultado de empate en el marcador; aunque el partido de vuelta en territorio chileno no compareció ningún representante soviético por motivo de protesta al régimen instaurado. En este caso, la FIFA declaró el partido como victoria para los locales, siendo un marcador de 2:0 por walkover, significando el pase a ello para participar en dicha cita deportiva; por su parte, los visitantes ocuparon este pretexto como una estrategia de presión para denunciar la violación de derechos humanos que se cometían en dicho territorio, empero no se puede descartar la idea que esta medida era para evitar una posible derrota por parte de un gobierno a fin a los intereses de occidente.

En tercer lugar, hace alusión al lavado de imagen siendo sede de un evento deportivo internacional, en esta coyuntura se ilustra la Copa Mundial de Fútbol de 1978. Anticipadamente, en 1966 se eligió la candidatura de Argentina para albergar esta competición dentro de unos doce años. Cabe resaltar que, durante este lapso, se produce en el territorio una crisis política, provocando el advenimiento de varios gobernantes al Órgano Ejecutivo, entre ellos personas que instauraron regímenes totalitarios. Ya para 1976,  el militar Jorge Rafael Videla se afianzó en el poder, ante este hecho, en Europa se conformó en el año de 1977 el Comité Organizador de Boicot a la Copa del Mundo en la Argentina (COBA), quienes buscaron su suspensión por motivos de las graves violaciones de derechos humanos, producto de la dictadura perpetrada; sin embargo, no tuvieron éxito en su causa, debido a la estrategia mediática implementada por parte del gobierno argentino de presentar el futbol como único tema de interés, con el propósito de desviar la atención de la opinión pública sobre las atrocidades realizadas durante esta administración principalmente.

En cuarto lugar, responde a una revancha, en la cual se señala el enfrentamiento de cuartos de final entre la selección argentina e inglesa en la Copa Mundial de 1986 celebrada en México, donde la primera buscaba su reivindicación política a nivel internacional, tras el resultado obtenido en la guerra de las Malvinas en el año de 1982. En definitiva, para el gobierno argentino este encuentro era de suma importancia para obtener la victoria y recuperar la moral nacional; a raíz de lo anterior, se puede afirmar que este duelo no se limitó a un pase a la siguiente ronda de la competición, sino en la búsqueda de un incentivo de alegría, después del intento fallido en la recuperación de la soberanía de las islas.

Si bien, los ejemplos mencionados anteriormente no difieren con la actualidad, dado que los eventos deportivos son oportunidades únicas para los Estados de sobresalir sobre los demás, también de cambiar su imagen como lograr un ansiado rol en las relaciones internacionales. Las Copas Mundiales realizadas hasta este momento, no se puede descartar la inexistencia del componente político, ni tampoco la dimensión económica dentro de ella; no obstante, esto no hubiera sido posible sin el papel de los medios de comunicación en la colocación como modo de entretenimiento.

Es prioridad agregar que, la aparición de las redes sociales ha facilitado en la profundización del fanatismo de las personas, lo que ha causado que el deporte sea aún más un tema de conversación recurrente. Cambiando el orden de ideas, estos espacios de comunicación a su vez han permitido la aparición de trasfondos políticos que rodean la organización de este torneo internacional y demás competiciones deportivas, donde en la mayoría de los casos se han destapado temas de corrupción. En este punto, cada vez más son visibles las denuncias públicas en torno al manejo del deporte.

Por consiguiente, la organización de los eventos deportivos está en el centro de la opinión pública, hasta llegar al punto que se cuestiona las candidaturas y la selección de la sede para albergar cada una de las citas deportivas o las participaciones de territorios y Estados con reconocimiento limitado. Entre algunos casos se pueden mencionar: las Copas Mundiales de Fútbol Rusia (2018) y Catar (2022). En la primera se puede mencionar que se pretendió retirar el derecho de ser anfitriona por cuestiones políticas-diplomáticas, debido al suceso de la anexión de Crimea de forma unilateral e incursiones militares en Ucrania. Por más que se intentó exponer la situación de las violaciones al derecho internacional, de igual manera forzar su renuncia con sanciones económicas por parte del bloque de la Unión Europea y Estados Unidos de América, tanto el gobierno ruso y FIFA siguieron en marcha con lo planificado.

En este contexto, la Federación Rusa sabía el riesgo que contraería el continuar con el proyecto mundialista para su Estado; no obstante, persistió con la realización de esta, puesto que contempló que habría mayores resultados positivos que negativos. En consecuencia, se puede destacar que logró en un primer instante, afianzar a sus aliados diplomáticos quienes comparecieron presencialmente a este evento, dando muestra de apoyo sobre su selección como anfitriona; en segundo instante, el desvío de la opinión pública referente a sus acciones unilaterales en territorio ucraniano. Por otro lado, es necesario resaltar que, al finalizar este torneo, si bien, el gobierno de Moscú revitalizó su imagen en el ámbito internacional, no eliminó por completo los problemas por los cuales están cuestionados, por tal razón, todavía prosigue en la agenda del multilateralismo y de algunos países.

Mientras que en el caso de Catar, a pesar de las denuncias de irregularidades en su adjudicación como sede del mundial, plasmada en el Informe García en el año 2014, se continuó con los preparativos para su organización. Es necesario mencionar que, en los últimos años se ha observado que los Estados del Golfo Pérsico han recurrido al uso de la diplomacia deportiva como estrategia de posicionamiento en el sistema internacional, siendo entre algunas acciones: la compra de activos de equipos, la adquisición de medios deportivos y los derechos para albergar competiciones extranjeras de mayor realce principalmente en Europa (Supercopa europea, española e italiana), y la contratación de jugadores con amplia trayectoria para desempeñar funciones publicitarias o participar en su liga local.

Desde un inicio, estos Estados no contaban con la infraestructura idónea para desarrollar plenamente este deporte, pero poco a poco se han modernizado sus instalaciones, con el objetivo de ser un referente mundial, asimismo para demostrar o representar su poderío, gracias al excedente de sus ganancias por el comercio del petróleo. Este punto es crucial porque estos territorios buscan tener incidencia en las relaciones internacionales, a través de la organización de eventos deportivos de carácter mundial, y de esta manera lograr un posicionamiento más allá de lo económico.

Retornando al tema de Catar, desde el primer momento que su selección fue elegida anfitriona de la Copa Mundial no reunía las condiciones necesarias, ni tampoco era escenario apropiado para organizar esta cita deportiva por temas de altas temperaturas, y los miembros de la FIFA conocían su situación, sin embargo, obtuvo los adeptos requeridos para que fuera la sede de 2022. El gobierno qatarí para reducir la controversia por la acusación de la compra de votos y el señalamiento de su incapacidad como organizador, emprendió de manera urgente la construcción de los estadios y convenció al Ente colegiado del fútbol al cambio de fecha en invierno para contrarrestar este factor externo que rodea este territorio.

Con las acciones realizadas, dio un mensaje en el sistema internacional, transmitiendo que ellos son capaces de organizar eventos de mayor magnitud o prestigio, a pesar de las adversidades internas como externas. En medio de estos esfuerzos por parte del gobierno qatarí se le sumó temáticas aún más controversiales, tales como: la violación de los derechos humanos de los trabajadores y sectores que apoyan a los grupos LGBTQ+, siendo valores incompatibles con la FIFA,  hasta el punto de cuestionar que dentro del Estado no figura un sistema político democrático


[1] Es menester mencionar que, esta figura de tregua fue retomada por el Comité Olímpico Internacional (COI) en el año de 1992, el cual exhortó a todos los países en asumir el compromiso de acatar, con el propósito de no afectar los Juegos celebrado en Barcelona, esto debido que durante ese período se estaban produciendo una diversidad de acontecimientos, tales como: las Guerras Yugoslavas, y anteriormente la desintegración de la URSS. Posteriormente, la Asamblea General de Naciones Unidas trasladó su apoyo mediante la emisión de la Resolución 48/11 de fecha 5 de octubre de 1993, donde instó a los Estados Miembros a que respetaran esa convivencia armónica, perpetuada como base para la celebración de los siguientes juegos olímpicos.

[2]  La ciudad de Olimpia era considerada una zona neutral para los griegos; por ende, fue el único lugar indicado para la celebración de los juegos olímpicos. No obstante, se tenía que firmar previamente la tregua, en aras que los atletas pudieran asistir a dicha cita sin ningún peligro; en este caso, los primeros en implementar esta tradición fueron los reyes Licurgo de Esparta, Ífito de Élide y Cleóstenes de Pisa.

[3] En el marco de la Ilustración, apostaron por la recuperación de ciertos ideales de la Grecia clásica y de los pensadores romanos, superando la visión un tanto denostada que se tenía en la Edad Media referente a la actividad física.

[4] Es importante mencionar el aporte del inglés, Guillermo Penny Brookes, en la construcción de los juegos olímpicos modernos, destacando entre uno de sus logros de organizar los Juegos Olímpicos de Wenlock; siendo un baluarte inspiración para el barón Pierre de Coubertin en el proceso de fomentar la institucionalización del deporte.

[5] En este punto, los juegos olímpicos se posicionaron en el plano internacional, puesto que gradualmente se estaba realizando de forma vehemente las siguientes citas deportivas, que a su vez más Estados se estaban integrando a esta causa, provocando paulatinamente su consolidación. Así pues, pese a que algunas ocasiones se cancelarán a raíz de las dos guerras mundiales (1916, 1940, 1944) o se suspendieran temporalmente por boicots o crisis sanitarias, independientemente se mantuvo intacto el espíritu de su celebración. Por otro lado, es fundamental mencionar que al paso del tiempo se ha involucrado a la mujer en este campo, permitiendo su acceso para el goce de este derecho. De acuerdo con lo anterior, se busca mayor cohesión entre las sociedades y consolidar al deporte como una actividad pública y no discriminatoria. Gracias a esto, se percibió la necesidad de crear más instituciones para su sostenibilidad, que a su vez se encargaron de acompañar en la uniformidad en términos de practicidad dentro de los Estados.

[6] La elección de Uruguay como país sede, se debió a que era el vigente bicampeón olímpico, y que en el año 1930, además, celebraba el centenario de su independencia.

[7]  En el régimen fascista, se destaca la utilización de la Copa Mundial de Fútbol de 1934 en Italia por parte de Benito Mussolini para relucir su modelo político en el sistema internacional. Mientras el gobierno nazista, se empleó de igual manera con fines propagandísticos para exponer sus ideales sobre la cosmovisión del mundo y la supremacía de la raza alemana en el marco de los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín. Por último, durante la administración de Francisco Franco se apostó fuertemente a este rubro, siendo visible en la Copa Europea de 1964 en España, los cuales fueron campeones de la competición, quienes habían logrado la integración de todos los sectores de la población, y representar una victoria simbólica sobre el socialismo, dado que su adversario en la final fue la URSS. Por otro lado, es indispensable agregar que los regímenes mencionados anteriormente coincidían con la idea de promover este deporte o cualquier otra disciplina para fortalecer la unidad y el arraigo al proyecto político.


 

Referencias:

Sarnago Jiménez, Álvaro. El deporte como herramienta de propaganda durante la Guerra Fría. https://uvadoc.uva.es/bitstream/handle/10324/37381/TFG-N.%201221.pdf;jsessionid

The New York Times, La Copa del Mundo que cambió todo https://www.nytimes.com/es/2022/11/21/espanol/mundial-catar-2022.html

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Salvadoreño, 1996. Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad de El Salvador. Miembro investigador de Ceinaseg. Interesado en temas políticos-jurídicos, integración, desarrollo y política exterior, especialmente en América y Asia-Pacífico.