Resumen

Desde 1997, la llegada de Intel a Costa Rica ha sido un catalizador para una transformación económica y tecnológica sin precedentes, marcando un momento decisivo en el desarrollo industrial del país y estableciéndolo como un destino atractivo para la inversión extranjera directa (IED) en América Latina. La inversión inicial de más de $300 millones por parte de Intel no solo consolidó la confianza en el potencial económico de Costa Rica, sino que también desencadenó un efecto dominó, atrayendo a otras empresas tecnológicas y fomentando la creación de un dinámico clúster tecnológico. Este notable avance se basó en políticas gubernamentales enfocadas en la mejora de la infraestructura, la implementación de incentivos fiscales y el fortalecimiento del capital humano, transformando así a Costa Rica en un foco de atracción para la IED, particularmente en el ámbito tecnológico.

La aspiración de posicionar a Costa Rica como un hub de semiconductores, impulsada por el interés de Estados Unidos en diversificar sus cadenas de suministro, resalta el papel estratégico del país dentro de la esfera tecnológica global. Esta estrategia busca impulsar la economía local mediante la creación de empleos especializados y el fomento de la educación y la capacitación técnica, mejorando al mismo tiempo las relaciones económicas y políticas tanto con Estados Unidos como con otros países del hemisferio. La experiencia de Costa Rica con Intel y su trayectoria en el sector tecnológico demuestra el impacto positivo que pueden tener las políticas gubernamentales proactivas y la colaboración entre el sector público y privado, sirviendo como un referente para el desarrollo económico sostenible y la promoción de la innovación tecnológica en la región.

Palabras clave: Costa Rica / Estados Unidos / Externalización / IED /Política de Estado

1- Introducción

En las últimas décadas, Costa Rica ha emergido como un destino significativo para la IED en América Latina, destacándose por su estabilidad política, altos niveles de educación y una estratégica apertura hacia mercados internacionales. Esta transformación ha sido particularmente notable en el sector tecnológico, donde la llegada de Intel en 1997 marcó un antes y un después en el perfil industrial del país. Intel no solo se convirtió en el mayor exportador del país, sino que también impulsó a Costa Rica en la cadena de valor global de la tecnología, especialmente en la fabricación de semiconductores (Monge-González, Rivera, & Rosales-Tijerino, 2010).

La inversión de Intel en Costa Rica, estimada inicialmente en más de $300 millones, no solo significó un voto de confianza en la economía costarricense, sino que también generó un efecto multiplicador, atrayendo a otras empresas del sector tecnológico y de semiconductores a considerar a Costa Rica como un destino viable para sus operaciones (Jenkins, 2006). Esta dinámica ha contribuido significativamente al desarrollo de un clúster tecnológico en el país, transformando el panorama económico y ofreciendo nuevas oportunidades para el talento local y el desarrollo de capacidades técnicas especializadas.

El impacto de Intel va más allá de la economía, influyendo en el sistema educativo y en la creación de políticas gubernamentales dirigidas a fomentar la IED y el desarrollo tecnológico. La colaboración entre el sector público y privado ha sido crucial en este proceso, facilitando un entorno propicio para el crecimiento del sector y posicionando a Costa Rica no solo como receptor de IED, sino como un participante activo en la economía del conocimiento global (CINDE, 2020).

Este análisis busca explorar cómo la inversión de Intel y el posterior desarrollo de Costa Rica como un hub de semiconductores han transformado el perfil económico del país, examinando las políticas implementadas para atraer IED, el impacto socioeconómico de estas inversiones y los desafíos y oportunidades que enfrenta Costa Rica en su aspiración por consolidarse como líder en la industria de semiconductores.

En las décadas de 1980 y 1990, Costa Rica inició un proceso de apertura económica y diversificación, alejándose de una economía basada predominantemente en la agricultura, hacia una más diversificada e integrada en los mercados globales. El país se destacó por su estabilidad política, ausencia de ejército desde 1949, y un fuerte compromiso con la educación y la salud pública. Estas características posicionaron a Costa Rica como un destino atractivo en América Latina para la IED (Mesa-Lago & Brenes, 1997).

El gobierno costarricense de turno, reconociendo la importancia de la diversificación económica, implementó políticas dirigidas a atraer inversión extranjera, especialmente en sectores de alta tecnología. La creación de la Promotora del Comercio Exterior de Costa Rica (PROCOMER) y la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (CINDE) fueron pasos clave para promover el país como destino de IED (CINDE, 2020) convirtieron esas políticas de gobierno en política de Estado.

 

2- Efecto Intel

Antes de la llegada de Intel, Costa Rica ya había iniciado su incursión en la industria tecnológica, aunque en una escala mucho menor. Empresas de tecnología y manufactura electrónica comenzaron a establecerse en el país, aprovechando los incentivos fiscales ofrecidos en las zonas francas y la creciente base de talento local (Rodríguez-Clare, 2001). Estas empresas sentaron las bases para el desarrollo de un sector tecnológico emergente, aunque aún no en la escala que traería Intel.

La decisión de Intel en 1997 de establecer su planta de ensamblaje y prueba de microprocesadores en Costa Rica fue el resultado de un esfuerzo conjunto entre el gobierno costarricense, CINDE, y la misma Intel. La elección de Costa Rica sobre otros destinos fue influenciada por su estabilidad política, calidad de la fuerza laboral y los incentivos ofrecidos por el gobierno. El establecimiento de Intel no solo representó la mayor inversión extranjera directa en el país hasta esa fecha, sino que también marcó el comienzo de una nueva era para la economía costarricense, orientándola hacia la industria de alta tecnología (Brenes & Monge-González, 2016).

El impacto de Intel fue inmediato y multifacético. Generó empleo, impulsó la creación de un clúster tecnológico, y transformó la imagen internacional de Costa Rica(Brenes & Monge-González, 2016). La presencia de Intel incentivó a otras empresas multinacionales a considerar a Costa Rica como un destino viable para sus inversiones, especialmente en los sectores de tecnología y servicios (Brenes & Monge-González, 2016).

La llegada de Intel a Costa Rica no fue un evento aislado, sino el resultado de décadas de políticas dirigidas a la apertura económica, la mejora de la educación, y la creación de un entorno atractivo para la inversión extranjera (Dulfano, 2003). Este período preparatorio y la posterior inversión de Intel transformaron a Costa Rica, no solo en términos económicos sino también en su posicionamiento global como un centro de alta tecnología en América Latina.

Este continuo enfoque en la educación, la infraestructura y el clima de inversión preparó a Costa Rica no solo para recibir a Intel, sino también para aprovechar esta inversión al máximo, sentando las bases para una transformación económica sustentada en la innovación y el conocimiento (Kinkel, S.,2012). La presencia de Intel aceleró el desarrollo de un clúster tecnológico en Costa Rica, promoviendo la especialización en áreas de alta tecnología y la formación de una fuerza laboral altamente calificada.

El impacto de Intel extendió la importancia de la IED más allá del sector tecnológico, influyendo en áreas como la educación, donde la demanda por habilidades técnicas y de ingeniería se incrementó significativamente. Esto llevó al gobierno y a las instituciones educativas a ajustar sus currículos y programas para satisfacer las demandas del mercado laboral (CINDE, 2020; Monge-González et al., 2010).

La inversión de Intel también jugó un papel crucial en el desarrollo de una cadena de suministro local y en el fomento de pequeñas y medianas empresas (PYME) costarricenses. Este ecosistema de negocios no solo se benefició de la demanda directa de Intel sino también de la oportunidad de integrarse en las cadenas globales de valor (Brenes & Monge-González, 2016). Como resultado, muchas empresas costarricenses comenzaron a exportar y expandirse internacionalmente, beneficiándose de los altos estándares de calidad y las prácticas empresariales aprendidas a través de la relación con Intel y otras multinacionales.

Aunque la inversión de Intel en Costa Rica fue transformadora, también presentó desafíos para el país, especialmente en términos de diversificación económica y dependencia de la IED en sectores específicos. La necesidad de una mayor inversión en educación, infraestructura y desarrollo tecnológico se hizo evidente, lo que llevó al gobierno a implementar políticas dirigidas a fomentar la innovación, el emprendimiento y la diversificación económica (Rodríguez-Clare, 2001).

Intel anunció su decisión de instalar una planta de ensamblaje y pruebas en Costa Rica en 1997, con una inversión inicial que superaba los 300 millones de dólares. Esta inversión representó no solo una de las mayores inversiones extranjeras directas en el país sino también un cambio en el paradigma económico, orientando a Costa Rica hacia el sector de la alta tecnología (Brenes & Monge-González, 2016).

La planta de ensamblaje y pruebas se estableció en el cantón herediano de Belén, cerca de la capital San José. La infraestructura incluyó instalaciones de producción avanzada, laboratorios de investigación y desarrollo (I+D), y oficinas administrativas, todo en una coyuntura empresarial estadounidense que procuraba trasladar procesos de negocio a países con costos laborales más bajos, incluso en continentes diferentes, estrategia denominada Offshoring (Ellram, L. M., Tate, W. L., & Petersen, K. J., 2013). La presencia de Intel también incentivó el desarrollo de infraestructura complementaria, incluyendo la mejora de carreteras, servicios, y la construcción de parques industriales y zonas francas cercanas (CINDE, 2020).

Ese efecto de un entorno acondicionado para Intel no solo generó empleo directo para aproximadamente 2 700 personas en su punto máximo, sino que también tuvo un impacto significativo en la creación de empleos indirectos y en el desarrollo de capacidades costarricense (Brenes & Monge-González, 2016). Muchos de estos empleos requerían habilidades técnicas especializadas, contribuyendo así al desarrollo profesional y técnico de la fuerza laboral.

El impacto económico directo de Intel se manifestó en varios frentes. Primero, la empresa se convirtió en el mayor exportador individual del país, contribuyendo significativamente al PIB de Costa Rica. La producción de microprocesadores y otros componentes tecnológicos elevó el perfil industrial del país, diversificando sus exportaciones más allá del tradicional café y banano (Jenkins, 2006).

Este efecto multiplicador en la economía costarricense fue considerable. La inversión estimuló el crecimiento de un clúster tecnológico, atrayendo a otras empresas multinacionales y locales a participar en la cadena de suministro de Intel. Esto no solo incrementó las exportaciones y la diversificación económica, sino que también mejoró las capacidades de I+D y fomentó la innovación dentro del país (Rodríguez-Clare, 2001).

3- Colaboración Público-Privada y Políticas Gubernamentales

Como se ha descrito, al momento de atraer Intel, los alternantes gobiernos de Costa Rica han desempeñado un papel crucial, implementando varias políticas revisionistas estratégicas que se han vigilado y monitoreado en el tiempo, en tres ejes básicos:

  1. Incentivos Fiscales: a través de las zonas francas, Costa Rica ofreció a Intel y otras empresas tecnológicas incentivos fiscales significativos, como exenciones de impuestos sobre la renta y aranceles aduaneros sobre importaciones y exportaciones (Monge-González et al., 2010).
  2. Mejora de la Infraestructura: desde finales de los noventa han alternado en Costa Rica ocho gobiernos de cuatro partidos políticos diferentes, todos invirtiendo en mayor o menor medida en mejorar la infraestructura necesaria para facilitar las operaciones de Intel, incluyendo carreteras, telecomunicaciones, y servicios públicos, lo cual permite que diversas empresas extranjeras aprovechen dicho entorno.
  3. Desarrollo de Capital Humano: se mantienen los esfuerzos para alinear los programas educativos con las necesidades del sector tecnológico, incrementando la oferta de técnicos y profesionales en áreas relacionadas con la ingeniería y la tecnología de la información (TI) (Monge-González et al., 2010). Aunado a esto, cinco de las diez mejores universidades en Centroamérica son costarricenses de acuerdo con QS World University Rankings (2023).

La combinación de estas políticas creó un entorno propicio no solo para Intel sino también para otras inversiones extranjeras directas en el sector tecnológico, consolidando la reputación de Costa Rica como un destino atractivo para la IED en alta tecnología.

Al cabo de casi tres décadas del “efecto Intel”, no se puede decir que todo fue perfección, pues durante luego del traspié económico estadounidense a partir del 2008 y luego durante el gobierno de Donald J. Trump, Estados Unidos procuró incentivar el traslado de procesos de negocio a lugares más económicos dentro del mismo país permitiendo a las empresas aprovechar costos más bajos sin costos de transporte internacional por la externalización internacional, evitando las diferencias culturales o los problemas de comunicación lo que se denomina Onshoring) o bien, beneficiarse de una mayor calidad de producción, una mejor protección de la propiedad intelectual y una respuesta más rápida a las demandas del mercado conceptualizado como Reshoring (Gray, J. V., Skowronski, K., Esenduran, G., & Johnny Rungtusanatham, M., 2013).

Sin embargo, la pandemia por COVID-19 expuso vulnerabilidades significativas en las cadenas de suministro globales de todos los países y sectores productivos, especialmente en la industria de semiconductores, la cual es crucial para una amplia gama procesos, desde la tecnología de consumo hasta la defensa. La dependencia de la producción de semiconductores en regiones específicas, particularmente en Asia, ha llevado a Estados Unidos a buscar la diversificación de estas cadenas de suministro para asegurar una mayor resiliencia y seguridad productiva.

La idea de constituir a Costa Rica como un hub de semiconductores, alentada por recientes visitas de funcionarios del gobierno de Estados Unidos, se inscribe dentro de un contexto global y estratégico más amplio que abarca tanto consideraciones económicas como geopolíticas. Para bien, la estrategia del Nearshoring coloca a Costa Rica como un socio comercial y político a considerar (Jensen, P. D. Ø., & Pedersen, T. 2011).

4- Ser hub de semiconductores

Ampliar la producción y el ensamblaje de semiconductores en aliados confiables como Costa Rica se alinea con estos objetivos estratégicos en donde el interés de Estados Unidos promueve a Costa Rica como un hub de semiconductores enmarcado dentro de esfuerzos por fortalecer las capacidades de producción dentro del hemisferio occidental. Esto no solo busca acortar las cadenas de suministro y hacerlas más manejables sino también promover el desarrollo económico y la integración tecnológica de los países aliados en América Latina desde una perspectiva de cooperación.

La llegada de Intel a Costa Rica en 1997 representó un punto de inflexión para la economía del país, marcando el inicio de una era de industrialización avanzada orientada hacia la tecnología. Esta inversión no solo reafirmó la confianza en la economía costarricense, sino que también atrajo a otras empresas del sector, creando un efecto multiplicador que ha sido fundamental en el desarrollo de un clúster tecnológico en el país.

Hay que subrayar el punto de que los semiconductores son fundamentales para la seguridad nacional de países como Estados Unidos, dada su importancia en sistemas de comunicación, armamento y tecnología crítica por lo que asegurar una cadena de suministro estable y confiable se torna en prioridad estratégica para ese país, en un contexto de competencia tecnológica con China y otros países.

La experiencia de Costa Rica en la atracción de IED, especialmente en tecnología de alta precisión como la inversión de Intel, demuestra la capacidad del país para albergar y apoyar operaciones tecnológicas complejas. Este historial, combinado con un clima de inversión favorable, estabilidad política, y una fuerza laboral educada y bilingüe, posiciona a Costa Rica como un candidato ideal para convertirse en un hub de semiconductores.

En la actualidad, el que Costa Rica se constituya en un hub de semiconductores significaría un impulso significativo para su economía, creando empleos de alta cualificación, fomentando la educación y capacitación en campos técnicos, y promoviendo el desarrollo de una industria local de alta tecnología. Para Estados Unidos, facilitaría una fuente confiable y cercana de componentes críticos, fortaleciendo las relaciones económicas y políticas con Costa Rica y la región en general.

5- Conclusiones

La inversión de Intel y el subsecuente interés de otras empresas tecnológicas en Costa Rica han tenido un impacto significativo en el sistema educativo y en el desarrollo de políticas gubernamentales dirigidas a fomentar la IED y el desarrollo tecnológico. La demanda de habilidades técnicas y de ingeniería ha llevado al ajuste de currículos y programas educativos, mejorando así la calidad del capital humano disponible para la industria.

Intel no solo generó empleo directo e indirecto, sino que también promovió el desarrollo de una cadena de suministro local y el fortalecimiento de las PYME costarricenses. Esto facilitó la integración de empresas locales en las cadenas globales de valor, elevando los estándares de calidad y las prácticas empresariales en el país.

Aunque la inversión de Intel transformó la economía costarricense, también evidenció la necesidad de una mayor diversificación económica y de reducir la dependencia de la IED en sectores específicos. El gobierno ha respondido con políticas dirigidas a fomentar la innovación, el emprendimiento, y una diversificación económica más amplia.

La propuesta de convertir a Costa Rica en un hub de semiconductores se alinea con los objetivos estratégicos de Estados Unidos de diversificar las cadenas de suministro de semiconductores y fortalecer la producción dentro del hemisferio occidental. La experiencia de Costa Rica, su clima de inversión favorable, estabilidad política, y fuerza laboral calificada y bilingüe la posicionan como un candidato ideal para este papel.

La iniciativa de consolidar a Costa Rica como un hub de semiconductores trasciende los beneficios económicos, incursionando en el ámbito de la seguridad nacional y la competencia tecnológica global. Para Estados Unidos, asegurar una cadena de suministro estable y confiable de semiconductores es una prioridad estratégica en su competencia con China y otros actores globales.

El futuro de Costa Rica en el sector tecnológico y como destino de IED dependerá de su capacidad para continuar adaptándose a las rápidas transformaciones del mercado global, invertir en educación y desarrollo de habilidades avanzadas, y promover un entorno de negocios innovador y sostenible. La experiencia de Costa Rica con Intel y el sector de semiconductores ofrece valiosas lecciones sobre los beneficios y desafíos de convertirse en un destino de IED en alta tecnología, resaltando la importancia de políticas proactivas y colaboración entre el sector público y privado para el desarrollo económico sostenible (Monge-González et al., 2010).

La historia de Costa Rica con la IED, con casos como el de Intel, es un testimonio de cómo las políticas de Estado orientadas al futuro, un fuerte compromiso con la educación y un clima de inversión favorable pueden sostener y transformar el panorama económico de un país. Mientras Costa Rica continúa navegando por los desafíos del siglo XXI, las lecciones aprendidas y los éxitos logrados ofrecen una base sólida para el futuro desarrollo y consolidación del país como un centro tecnológico de relevancia global.

La inversión de Intel ha sido catalizadora de un cambio significativo en la economía y la sociedad costarricenses, fomentando el desarrollo de un sector tecnológico avanzado, mejorando la educación y las capacidades técnicas, y posicionando a Costa Rica en la vanguardia de la innovación tecnológica en América Latina. La visión de convertir al país en un hub de semiconductores representa una oportunidad para profundizar estos avances, desafiando a Costa Rica a continuar su trayectoria de innovación y desarrollo tecnológico en un contexto global competitivo.


Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente la organización comparte lo expresado.


Referencias

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Costarricense. Director académico de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad Latina de Costa Rica. Tiene una Maestría Académica en Relaciones Internacionales y Diplomacia con énfasis en Administración de Proyectos de Cooperación Internacional por la Universidad Nacional de Costa Rica. Ha fungido como Representante Permanente Alterno ante los organismos internacionales en Viena, Austria.