No hay duda que la actual guerra comercial entre China y los Estados Unidos se ha convertido en uno de los hechos claves del orden internacional en ciernes. Este choque que inicialmente comenzó por un desequilibrio comercial bilateral, ha ido escalando e incorporando otros asuntos críticos como el segmento tecnológico del comercio internacional, sin embargo, muchos sostienen que el interés subyacente en esta disputa es geopolítico puesto que la hegemonía estadounidense está siendo socavada por el ascenso del gigante chino. En tal sentido, describir la estructura del sistema internacional en estos momentos resulta compleja, aunque hay un creciente consenso académico sobre la preminencia de dos esferas de poder, una encabezada por EEUU, y otra encabezada por China. Nuevamente, la palabra “bipolaridad” que para algunos estaba engavetada luego de la finalización de la guerra fría, vuelve a ser recurso explicativo para el debate y reflexión entre los internacionalistas. Para conversar un poco sobre este tema, tendremos el placer de entrevistar a Nicolas Creus, internacionalista argentino y profesor de la Universidad Nacional de Rosario quién nos ayudará a dilucidar la configuración de poder del sistema internacional. ¡Comencemos!

Palabras clave: Bipolaridad emergente, guerra comercial, recesión mundial, América Latina


 

José Humberto Blanco Trejo: Nicolás, es un placer para nosotros establecer este contacto contigo desde Caracas. Un tema crucial de la agenda internacional actual es la guerra comercial entre China y EEUU, todo parece indicar que la “era unipolar” finalizó, las rivalidades geopolíticas regresaron y el orden internacional de la postguerra fría se fragmenta y se torna más volátil y conflictivo. El ascenso de China y otras potencias ha generado una extensa discusión académica para tratar de entender la repolarización del sistema internacional. En una reciente entrevista publicada en el medio de comunicación “The Economist”, un banquero llamado Michael Sullivan señala la necesidad de construir un nuevo orden mundial que, según Sullivan, será un orden multipolar emergente y dominado por tres grandes polos de poder: EEUU, la Unión Europea y China. Sin embargo, hay un creciente consenso académico en torno a un recurso explicativo que fue utilizado en la guerra fría: bipolaridad. En este orden de ideas, tú has escrito artículos al respecto y apoyas la idea de que estamos ante una bipolaridad emergente. Para nuestros lectores, ¿Por qué bipolaridad? ¿Qué características y particularidades tiene este nuevo bipolarismo con respecto al observado en la guerra fría?

Nicolas Creus: En primer lugar, muchas gracias por la invitación y por la oportunidad para conversar sobre este tema tan convocante, clave para entender la realidad internacional actual y sobre el cual venimos escribiendo y teorizando desde hace bastante tiempo con mi colega Esteban Actis.  

¿Por qué bipolaridad? Antes de comenzar, vale aclarar que la idea de polaridad resulta imperfecta y evidencia limitaciones a la hora de dar cuenta de manera acabada de un mundo globalizado con múltiples actores que van más allá de la esfera estatal. No obstante, al mismo tiempo sigue siendo gráfica. Hoy en día, muchos se ilusionan con un mundo multipolar que si bien podría cristalizar en un futuro no lejano, en la actualidad parece más una expresión de deseo sin demasiado sustento. Por el contrario, tal como lo hemos señalado en repetidas oportunidades, es posible identificar varios indicadores que ponen en evidencia y dejan entrever la emergencia de una nueva bipolaridad, o al menos de un “bilateralismo preponderante” que resulta altamente explicativo de la dinámica internacional actual.

EEUU y China son por lejos las dos mayores economías del globo y son los únicos actores con capacidad de ofrecer bienes públicos a escala planetaria y de sostener y propagar proyectos estratégicos de alcance global. Al mismo tiempo, ambos Estados mantienen una disputa abierta por el control de la innovación  y el “saber hacer” en el campo de la internet y de la inteligencia artificial, entendidas como las tecnologías claves del futuro. En este marco, las grandes empresas globales se mueven decididamente al ritmo de la geopolítica delineada por las dos potencias. Por último, la estabilidad financiera internacional depende en gran medida de la evolución y la dinámica del citado vínculo bilateral.

«EEUU y China son por lejos las dos mayores economías del globo y son los únicos actores con capacidad de ofrecer bienes públicos a escala planetaria y de sostener y propagar proyectos estratégicos de alcance global.»

Tal como lo señaló Henry Kissinger, “tanto para EEUU y China, así como para el resto del mundo, la coevolución de Washington y Beijing es la experiencia determinante del período actual”

¿Qué características y particularidades tiene este nuevo bipolarismo con respecto al observado en la guerra fría? Existen diferencias significativas entre lo que fue la rivalidad entre EEUU y la Unión Soviética y lo que acontece en la actualidad. La “Guerra Fría” fue ciertamente una experiencia particular de bipolaridad pero no la única posible. Hoy no estamos ante una “nueva Guerra Fría” aunque somos testigos de la conformación de una “nueva bipolaridad”. Durante la “Guerra Fría» existían dos bloques de poder bien definidos, con un grado prácticamente nulo de integración entre ambos y un escaso nivel de interacciones en el ámbito económico y financiero, alternando etapas relativamente prolongadas y bien marcadas con mayor o menor grado de tensión en el plano geopolítico y estratégico-militar.

«Durante la “Guerra Fría» existían dos bloques de poder bien definidos, con un grado prácticamente nulo de integración entre ambos y un escaso nivel de interacciones en el ámbito económico y financiero, alternando etapas relativamente prolongadas y bien marcadas con mayor o menor grado de tensión en el plano geopolítico y estratégico-militar.»

Por el contrario, la bipolaridad actual emerge en un contexto de profunda interdependencia económica y financiera entre EEUU y China, con altos grados de integración en las cadenas de valor y una intensa interacción en el nivel corporativo. Esta particularidad torna sumamente compleja la disputa por la supremacía global que ambas potencias han iniciado, en tanto que cualquier intento de afectar al otro entrañará naturalmente costos para ambos y para el resto del mundo. Se alternan momentos de tensión y distensión de corta duración que denotan un carácter altamente volátil.

«la bipolaridad actual emerge en un contexto de profunda interdependencia económica y financiera entre EEUU y China, con altos grados de integración en las cadenas de valor y una intensa interacción en el nivel corporativo.»

José Humberto Blanco Trejo: Se acaban de reanudar las negociaciones comerciales entre ambas potencias. Sin embargo, se mantiene la amenaza de imposición bilateral de aranceles y el día de ayer, EEUU vetó a 28 empresas tecnológicas chinas por estar vinculadas a la violación de Derechos Humanos en Xinjiang. La situación es poco previsible en la medida que continúa la escalada y las amenazas entre ambos bandos. ¿Qué podemos esperar del conflicto comercial? Desde tu punto de vista, ¿Cuáles son los factores que impiden una posible resolución del conflicto al corto plazo?

Nicolas Creus: El conflicto comercial es una expresión concreta de una disputa mucho más amplia que abarca sobretodo la dimensión tecnológica vinculada a la 4ta revolución industrial –Inteligencia Artificial, Internet Cuántica, robotización y automatización de la producción, 5G e infraestructura de las comunicaciones–. En otras palabras, el fondo de la cuestión es la disputa por el liderazgo global. Justamente, esto es lo que torna compleja una resolución del conflicto en el corto plazo.

«El conflicto comercial es una expresión concreta de una disputa mucho más amplia que abarca sobretodo la dimensión tecnológica vinculada a la 4ta revolución industrial –Inteligencia Artificial, Internet Cuántica, robotización y automatización de la producción, 5G e infraestructura de las comunicaciones–»

Ahora bien, así como es difícil una solución de fondo en el corto plazo también existen factores que impiden o al menos tornan muy costosa una ruptura entre las potencias. La profunda interdependencia económica y financiera opera ciertamente como una muralla de contención. La globalización no conoce antecedentes en donde dos enormes socios comerciales hayan entrado en un proceso tal de rivalidad geopolítica capaz de revertir y desandar los niveles de interdependencia alcanzados. La profundización de un proceso de “desacople” entre EEUU y China es sin dudas el mayor peligro que enfrenta el mundo actual. La extensión del conflicto al plano financiero y monetario podría ser la última estación de la disputa, sin embargo ninguna de las partes parece al momento preparada para ello y han encontrado allí un límite que no se han atrevido a traspasar. Más allá de algunos amagues, no se ha llegado aún a una instancia decidida de guerra de divisas.

Por todo lo dicho, la dinámica bipolar actual alterna entre períodos de tensión y distensión. La volatilidad se ha convertido en la nueva norma.   

José Humberto Blanco Trejo: No hay duda que el conflicto comercial entró a una fase desconocida y extremadamente volátil con implicaciones negativas y diversas sobre el crecimiento económico mundial. La aversión al riesgo aumenta y las previsiones de crecimiento disminuyen en la medida que los mercados financieros comienzan a pagar los costos de este entorno conflictivo y volátil. Muchos advierten que la guerra comercial puede ser un factor detonante para una recesión mundial. ¿Consideras la recesión como un escenario probable? ¿Cómo los emergentes y las economías en vías de desarrollo podrían amortiguar el impacto de un escenario como el descrito?

Nicolás Creus: Por supuesto que una recesión global es un escenario probable y esto se vincula en buena parte con la dinámica bipolar descripta. A mayor tensión entre las potencias, mayor es el riesgo de caer en un escenario recesivo y mayores son las presiones que recaen sobre la Fed y sobre los principales Bancos Centrales para hacer el trabajo de la política y sostener el crecimiento global mediante la implementación de políticas monetarias extremadamente laxas. Este enfoque a priori no parece sostenible, al tiempo que condiciona la capacidad de respuesta futura de los citados organismos.

Claramente, la evolución del vínculo entre EEUU y China es clave para la estabilidad financiera internacional y para el crecimiento global. Si aumenta la tensión entre las potencias –“bipolaridad rígida”–, aumenta la aversión al riesgo, lo cual provoca salida de capitales desde la periferia y un aumento del costo financiero, con presión cambiaria y devaluaciones en los mercados emergentes. Los flujos comerciales y de inversiones directas también se contraen y en consecuencia las proyecciones de crecimiento se vuelven más sombrías.

«Claramente, la evolución del vínculo entre EEUU y China es clave para la estabilidad financiera internacional y para el crecimiento global. Si aumenta la tensión entre las potencias –“bipolaridad rígida”–, aumenta la aversión al riesgo, lo cual provoca salida de capitales desde la periferia y un aumento del costo financiero, con presión cambiaria y devaluaciones en los mercados emergentes.»

Lógicamente, en un escenario de tales características, los márgenes de maniobra para los Estados del mundo en desarrollo se verían sustancialmente reducidos, no solo por el endurecimiento de las condiciones económicas y financieras sino también porque la política de alianzas desplegada por las potencias se tornaría más rígida, siendo más difícil construir agendas positivas con ambas al mismo tiempo. De este modo, ante un escenario de “bipolaridad rígida” con ruptura o desacople entre las potencias, lo mejor que pueden hacer los Estados emergentes es tener las variables macro ordenadas.

Afortunadamente, por momentos las potencias parecen tomar conciencia de los peligros y los elevados costos que podrían derivarse de un escenario de ruptura y desacople, lo cual sigue en algún punto operando como contención. Hasta ahora, a cada pico de tensión le ha seguido un momento de distensión. El problema radica en que dichos momentos no han sido prolongados producto de la falta de sustancia que caracterizó a las diferentes treguas alcanzadas, lo cual si bien sirvió para evitar la ruptura no resultó suficiente para renovar el optimismo de largo plazo y dejó al mundo en un escenario de crecimiento anémico que amenaza con volverse deflacionario.

José Humberto Blanco Trejo: Finalmente, en medio de este entorno mundial tan complejo que parece dividirse entre la Nueva Ruta de la Seda y el eje atlantista, ¿Cuál deberá ser el rol geopolítico de América Latina para enfrentar la bipolaridad emergente y sus implicaciones?

Nicolás Creus: Con Esteban Actis conceptualizamos la bipolaridad emergente en función de la dinámica que eventualmente pudiera asumir el vínculo entre las potencias, identificando dos posibles escenarios, uno de “bipolaridad rígida” y otro de “bipolaridad distendida”, con implicancias sustancialmente diferentes para el resto de los actores del sistema. Obviamente, este proceso no resulta indiferente para América Latina.

Por todo lo comentado anteriormente, un escenario de “bipolaridad rígida” –signado por una mayor tensión entre las potencias– resulta más complejo y problemático para los países de la región, siendo preferible y conveniente un escenario de “bipolaridad distendida”, donde las condiciones internacionales sean más permisivas y sea posible construir agendas positivas con ambas potencias al mismo tiempo. Este es justamente el principal desafío para los países de la región, mantener equidistancia procurando obtener beneficios de ambos vínculos. Será clave moverse con prudencia, sin asumir como dado el determinismo del conflicto pero al mismo tiempo sin sobreestimar los márgenes derivados de las treguas.


 

 

Enlaces de interés para ampliar la información

Puedes ampliar la teorización de la bipolaridad emergente visitando los diversos artículos que Esteban Actis y Nicolas Creus han realizado en estas últimas semanas: