Resumen: Este artículo analiza la visita oficial del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, a China en abril de 2025, en el marco del 20.º aniversario de la Asociación Estratégica Integral entre ambos países. Se examinan los principales acuerdos bilaterales alcanzados en comercio, automoción verde, ciencia y cultura, así como sus implicaciones geopolíticas. La cooperación hispano-china se enmarca en un contexto internacional multipolar, caracterizado por tensiones globales y rivalidades tecnológicas. España busca proyectarse como una potencia media europea capaz de mantener un equilibrio entre sus alianzas tradicionales y nuevas oportunidades estratégicas. El artículo pone especial énfasis en la diplomacia del conocimiento, la autonomía estratégica europea y la convergencia en sectores sostenibles, como base para una relación duradera y beneficiosa para ambas naciones.

Abstract: This article analyzes the official visit of Spanish Prime Minister Pedro Sánchez to China in April 2025, on the occasion of the 20th anniversary of the Comprehensive Strategic Partnership between both countries. It explores the key bilateral agreements signed in trade, green automotive industry, science, and culture, as well as their geopolitical implications. The Spain-China cooperation is framed within a multipolar international context marked by global tensions and technological rivalries. Spain aims to position itself as a middle power in Europe capable of balancing traditional alliances with new strategic opportunities. The article highlights knowledge diplomacy, European strategic autonomy, and convergence in sustainable sectors as the foundation for a long-term, mutually beneficial partnership.

Palabras Clave: Asociación Estratégica Integral, soft power, España-China, cooperación tecnológica, multipolaridad, autonomía estratégica, transición energética.

Keywords: Comprehensive Strategic Partnership, soft power, Spain-China, technological cooperation, multipolarity, strategic autonomy, energy transition.


Introducción

En abril de 2025, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, realizó su tercera visita oficial a China en tres años, consolidando una relación bilateral en evolución constante. Este viaje, enmarcado en el 20.º aniversario de la Asociación Estratégica Integral entre España y China, se desarrolló en un contexto internacional marcado por tensiones comerciales, desafíos geopolíticos, transformaciones tecnológicas aceleradas y la búsqueda de nuevos equilibrios en un mundo cada vez más multipolar. La reunión con el presidente Xi Jinping y la firma de varios acuerdos bilaterales reflejan la voluntad de ambos países de renovar su asociación estratégica a largo plazo, adaptándola a las nuevas dinámicas de poder y cooperación global (La Moncloa, 2025; Ministerio de Relaciones Exteriores de China, 2025).

 

Este artículo analiza la visita desde una perspectiva estratégica, centrada no solo en los acuerdos alcanzados, sino también en las implicaciones geopolíticas, la visión diplomática de Xi Jinping, el posicionamiento internacional de España como potencia media en el seno de la Unión Europea, y el impacto potencial de esta cooperación en el futuro del orden global. Asimismo, se exploran los instrumentos de poder blando, las sinergias tecnológicas emergentes y las oportunidades de inserción de España en redes asiáticas de producción, inversión e innovación. En un momento de creciente fragmentación del sistema internacional, la intensificación del diálogo hispano-chino representa un ejercicio de diplomacia proactiva con implicaciones multilaterales.

1.    Un Encuentro con Valor Estratégico: Xi Jinping y Pedro Sánchez

La figura de Xi Jinping se ha consolidado como el pilar central de la política exterior de China desde su llegada al poder en 2013. Bajo su liderazgo, China ha promovido una visión de poder nacional basado en el ‘sueño chino’ del rejuvenecimiento nacional (Callahan, 2015), expandiendo su influencia a través de iniciativas como la Franja y la Ruta y una diplomacia activa en Asia, África, América Latina y Europa. En este marco, la relación con España se enmarca dentro de una política de acercamiento a países europeos de segunda línea, pero con proyección regional, como forma de contrapesar el peso de las potencias tradicionales del G7.

Durante su reunión con Pedro Sánchez, Xi Jinping destacó la necesidad de trabajar juntos por un mundo más justo y equilibrado. Hizo hincapié en que China y España deben promover la estabilidad, rechazar el unilateralismo y construir juntos una globalización más equitativa. En palabras de Xi, ‘en las guerras arancelarias no hay ganadores’, una clara crítica a las medidas proteccionistas impulsadas desde Washington. Para Sánchez, esta reunión fue una oportunidad para consolidar a España como socio europeo estratégico, capaz de dialogar con todos los actores globales sin renunciar a sus principios (Ministerio de Relaciones Exteriores de China, 2025).

Esta interacción no puede ser comprendida solo como una visita bilateral: es parte de un juego más amplio, en el que China busca reforzar su presencia en Europa, y España trata de mantener márgenes de maniobra en un mundo crecientemente polarizado. La diplomacia de Xi Jinping combina gestos de cercanía cultural con inversiones estratégicas, tecnología y narrativa multilateralista, mientras que España adopta un enfoque pragmático que le permite proyectar estabilidad y apertura al diálogo.

2. Cooperación Económica: Comercio, Tecnología y Automoción Verde

Uno de los pilares fundamentales de la visita de Sánchez fue el económico. La firma de siete acuerdos bilaterales en áreas clave como el comercio agroalimentario, la sanidad, la tecnología y la cultura marca un salto cualitativo en la relación entre ambos países (La Moncloa, 2025).

En el ámbito del comercio agroalimentario, se autorizó la exportación de nuevos productos como cerezas frescas y subproductos porcinos, lo que posiciona a España como un proveedor confiable en el mercado chino, cada vez más exigente en calidad y trazabilidad. Este acuerdo beneficia especialmente a comunidades autónomas con fuerte producción agraria como Aragón, Cataluña o Castilla-La Mancha.

Una segunda área de alto impacto fue la cooperación en automoción verde. China ha emergido como líder global en vehículos eléctricos (VE), con marcas como BYD, XPeng o NIO ganando espacio en los mercados internacionales. La visita permitió avanzar en conversaciones sobre la posible instalación de centros de ensamblaje o plantas de baterías en territorio español, lo que abriría oportunidades para miles de puestos de trabajo y mejoraría el posicionamiento industrial de España en el contexto europeo (Telecinco, 2025).

Además, ambas partes exploraron mecanismos para facilitar el comercio mediante la eliminación progresiva de barreras arancelarias y no arancelarias. Aunque este proceso requiere negociaciones multilaterales, el gesto político es claro: hay voluntad de construir una relación basada en la reciprocidad, en línea con la política comercial europea. Según Nye (2004), estas acciones reflejan una diplomacia inteligente, que combina intereses económicos con capital simbólico y posicionamiento internacional.

Un elemento destacado durante la visita de Pedro Sánchez fue la voluntad compartida de profundizar en la cooperación económica, con un foco especial en la automoción verde y la industria del vehículo eléctrico, un sector estratégico tanto para España como para China. Xi Jinping, en su intervención, subrayó la importancia de la transición energética como motor de crecimiento sostenible y una oportunidad para fortalecer las alianzas industriales internacionales. En su visión, la colaboración en tecnología verde no solo representa un beneficio económico, sino también un compromiso conjunto con los objetivos globales de reducción de emisiones y lucha contra el cambio climático. Xi enfatizó que China considera a España un socio clave en Europa para impulsar esta agenda, destacando que la integración de las cadenas de valor en sectores innovadores permitirá a ambos países mejorar su competitividad y contribuir a un futuro más limpio y próspero.

Por su parte, Pedro Sánchez resaltó que el desarrollo de la automoción eléctrica es un eje fundamental para la modernización industrial española, en línea con la estrategia europea de descarbonización y digitalización. Durante la reunión, Sánchez reiteró el interés de España en atraer inversiones chinas para la instalación de plantas de ensamblaje y fabricación de baterías de vehículos eléctricos en territorio español, lo que no solo generaría empleo de calidad, sino que también posicionaría al país como un hub clave dentro del mercado europeo emergente de vehículos sostenibles. Este proyecto encaja en la estrategia nacional de transición energética y la apuesta por la innovación tecnológica como motores de desarrollo económico.

Ambos líderes coincidieron en que la cooperación en este ámbito debe ir más allá de la mera transferencia tecnológica o la inversión directa, apostando por un modelo colaborativo que incluya la investigación conjunta, la formación especializada y el desarrollo de ecosistemas industriales que integren a proveedores, universidades y centros de innovación. La firma de acuerdos específicos en este campo demuestra el compromiso político y económico de ambos gobiernos para fomentar un entorno favorable a la industria verde, con beneficios que se esperan en el corto y medio plazo. Para China, este tipo de colaboración supone una forma de diversificar su presencia global, mientras que para España es una oportunidad para dinamizar sectores estratégicos y reducir su dependencia energética y tecnológica.

Además, la cooperación en automoción eléctrica se enmarca en un contexto global de rivalidad tecnológica entre grandes potencias, donde la innovación en tecnologías limpias es un factor clave de poder y competitividad. La decisión de explorar conjuntamente esta área refleja una diplomacia pragmática, en la que ambos países buscan maximizar sus intereses económicos y estratégicos sin perder de vista los desafíos geopolíticos. En este sentido, Pedro Sánchez mostró una actitud equilibrada, consciente de la necesidad de mantener alianzas tradicionales con la Unión Europea y la OTAN, pero también abierto a diversificar y fortalecer lazos con actores globales emergentes como China (Ramírez Ruiz, 2024).

Xi Jinping, en su discurso, reiteró la idea de un desarrollo compartido y una visión de cooperación win-win (ganar-ganar), donde España no solo sea un receptor pasivo, sino un socio activo que contribuya con innovación, conocimiento y posicionamiento estratégico dentro del mercado europeo. Subrayó que esta colaboración se inscribe dentro de un enfoque más amplio de “comunidad de futuro compartido para la humanidad”, que busca promover la paz, la estabilidad y la prosperidad a través del multilateralismo y la cooperación práctica en sectores concretos como la automoción verde.

Finalmente, la alianza en vehículos eléctricos simboliza una convergencia de intereses económicos, ambientales y estratégicos, que puede fortalecer el vínculo bilateral y crear un modelo de cooperación sostenible y replicable en otros ámbitos. La combinación del liderazgo tecnológico chino y la posición geográfica y económica de España en Europa presenta una oportunidad singular para desarrollar conjuntamente una industria del vehículo eléctrico que sea competitiva a nivel global, generando beneficios socioeconómicos y ambientales de largo alcance para ambas naciones (Ramírez Ruiz; Ramos Rovi, 2023).

3.    Dimensión Geopolítica: Autonomía Estratégica Europea y Multipolaridad

El viaje de Sánchez a China también se inscribe en el contexto de la redefinición del orden global. Desde la guerra en Ucrania hasta la rivalidad tecnológica entre Estados Unidos y China, el escenario internacional es cada vez más fragmentado. En este sentido, España busca afirmarse como actor que puede mediar, dialogar y construir puentes.

La Unión Europea, por su parte, ha adoptado una postura ambivalente hacia China, reconociéndola como socio comercial, competidor y rival sistémico (Comisión Europea, 2019). Esto obliga a una diplomacia sofisticada por parte de los Estados miembros. En el caso de España, se percibe una voluntad de reforzar la autonomía estratégica europea sin romper los vínculos tradicionales con la OTAN y los Estados Unidos.

Xi Jinping aprovechó el encuentro con Sánchez para lanzar un mensaje al continente: China valora a Europa como polo independiente, capaz de contribuir a un orden multipolar basado en el respeto, la equidad y la cooperación (Ministerio de Relaciones Exteriores de China, 2025). La reacción de Sánchez fue prudente, subrayando que la política exterior española no busca confrontaciones sino soluciones. Morillas sostiene que la autonomía estratégica abierta que propone la UE no implica neutralidad, sino flexibilidad. En este marco, España puede jugar un rol relevante articulando los intereses europeos en escenarios como la inversión tecnológica, la energía verde y el multilateralismo climático, donde China es un actor clave.

Además, Xi Jinping destacó durante la reunión la importancia de fortalecer la cooperación estratégica entre China y Europa para enfrentar juntos los desafíos globales actuales, desde la recuperación económica postpandemia hasta la gobernanza tecnológica y la sostenibilidad ambiental. Subrayó que la visión china apuesta por un desarrollo compartido y un orden internacional más inclusivo, donde el respeto mutuo y la no injerencia en los asuntos internos sean principios rectores. En particular, Xi valoró el papel de España como un actor clave dentro de la Unión Europea para promover el multilateralismo y la cooperación internacional, resaltando su capacidad para actuar como puente entre distintas regiones y fomentar el diálogo entre Oriente y Occidente. Recalcó que España, dada su posición geopolítica y sus relaciones históricas, tiene un potencial único para contribuir a un orden mundial más equilibrado y estable, basado en la complementariedad de intereses y la búsqueda conjunta de soluciones pragmáticas frente a la fragmentación global.

4.    Cultura, Tecnología y Diplomacia del Conocimiento

Un aspecto menos destacado en la prensa pero crucial a largo plazo fue la cooperación cultural, educativa y científica. Se acordaron mecanismos de intercambio entre universidades, becas bilaterales, coproducciones audiovisuales y proyectos de investigación conjunta en temas como inteligencia artificial, energías limpias y biotecnología (La Moncloa, 2025).

China ha apostado fuerte por la expansión de sus Institutos Confucio, mientras que España fortalece la red del Instituto Cervantes. La presencia de estudiantes chinos en universidades españolas ha crecido, y se espera que este flujo sea recíproco gracias a nuevos programas conjuntos. Estos lazos ayudan a construir una base social de la diplomacia, que trasciende los cambios gubernamentales.

Además, se firmaron acuerdos para fomentar la colaboración en áreas como la digitalización de servicios públicos, ciberseguridad y desarrollo sostenible. Estas acciones permiten insertar la relación bilateral en las grandes transformaciones tecnológicas y de gobernanza global del siglo XXI, asegurando beneficios mutuos más allá del corto plazo.

Un aspecto menos destacado en la prensa, pero de enorme relevancia a largo plazo fue la cooperación cultural, educativa y científica entre España y China, que se presentó como un pilar fundamental para consolidar una relación bilateral sostenible y multifacética.

Durante la visita de Pedro Sánchez, ambos gobiernos acordaron implementar una serie de mecanismos que faciliten el intercambio entre universidades, la concesión de becas bilaterales y la promoción de coproducciones audiovisuales, así como proyectos de investigación conjunta en áreas estratégicas como la inteligencia artificial, las energías limpias y la biotecnología (La Moncloa, 2025). Esta apuesta no solo responde a un interés económico o tecnológico, sino que busca cimentar vínculos sociales y académicos profundos que puedan perdurar más allá de los vaivenes políticos o económicos.

La cooperación educativa entre España y China se materializa en programas que facilitan la movilidad de estudiantes y académicos, impulsando un intercambio cultural profundo. China ha expandido sus Institutos Confucio, que promueven el idioma y la cultura china con un enfoque integral, mientras que España fortalece el Instituto Cervantes, reconocido mundialmente por difundir la lengua y cultura españolas. Este equilibrio crea un terreno propicio para un diálogo intercultural auténtico y enriquecedor.

El flujo de estudiantes chinos en universidades españolas ha crecido notablemente, y con nuevos programas conjuntos y dobles titulaciones se espera que la movilidad sea cada vez más recíproca. Esta colaboración académica no solo enriquece la formación, sino que también construye redes profesionales y científicas que trascienden gobiernos, fortaleciendo la base social de la diplomacia cultural. Como resalta el profesor Raúl Ramírez Ruiz en múltiples ocasiones y se puede ver reflejado en mayor manera en su libro “Los estudios asiáticos en España: Análisis, evolución y perspectivas(Ramírez Ruiz, 2024) los lazos culturales y académicos son esenciales para el entendimiento de las dos naciones.

En el ámbito científico, España y China han identificado áreas estratégicas para proyectos conjuntos en inteligencia artificial, energías limpias y biotecnología. Estos esfuerzos buscan desarrollar tecnologías innovadoras aplicadas a la salud, el transporte inteligente y la sostenibilidad ambiental, en línea con compromisos internacionales como la Agenda 2030 y el Acuerdo de París. La cooperación también incluye la creación de marcos éticos comunes para el uso responsable de estas tecnologías emergentes.

Además, se firmaron acuerdos para promover la digitalización de servicios públicos, la ciberseguridad y el desarrollo sostenible. La transformación digital, combinando la experiencia española con la capacidad tecnológica china, puede mejorar la eficiencia administrativa y fomentar una mayor inclusión social. En ciberseguridad, ambos países buscan proteger infraestructuras críticas y combatir la ciberdelincuencia, estableciendo un modelo de colaboración basado en confianza y respeto mutuo (Ollé, 2001).

El desarrollo sostenible es un eje transversal de estas iniciativas, con políticas conjuntas para reducir el impacto ambiental y fomentar economías bajas en carbono. España y China aportan fortalezas complementarias en tecnologías verdes, gestión de recursos hídricos y protección de la biodiversidad, generando beneficios locales y globales.

En conjunto, esta cooperación cultural, educativa y científica no solo fortalece la relación bilateral, sino que también se inserta en las grandes transformaciones tecnológicas y de gobernanza global del siglo XXI. En un mundo fragmentado y lleno de tensiones, estos vínculos representan un espacio de colaboración duradero y confianza mutua que puede contribuir a un multilateralismo más efectivo y equilibrado.

Conclusiones

La visita de Pedro Sánchez a China en 2025 no solo marca un avance significativo en la relación bilateral, sino que también refleja la complejidad y los matices que caracterizan la política internacional contemporánea. En un contexto global marcado por tensiones geopolíticas, rivalidades tecnológicas y desafíos medioambientales, España ha optado por una estrategia que combina pragmatismo, flexibilidad y visión a largo plazo, buscando posicionarse como un actor relevante dentro del tablero global sin sacrificar sus valores ni compromisos tradicionales.

Uno de los elementos centrales que se desprende de esta visita es la capacidad española para gestionar una diplomacia sofisticada, capaz de equilibrar múltiples intereses y presiones. La relación con China es, sin duda, estratégica, pero España ha dejado claro que esta alianza se desarrolla en un marco coherente con su pertenencia a la Unión Europea y su alianza transatlántica. Esta doble pertenencia implica desafíos, como la necesidad de alinearse con las políticas europeas de autonomía estratégica y competencia global, sin descuidar la colaboración con potencias como Estados Unidos. En este sentido, el discurso de Sánchez y las negociaciones con Xi Jinping evidencian un equilibrio delicado pero imprescindible para una política exterior eficaz.

La dimensión económica de la visita, con la firma de múltiples acuerdos en sectores clave como la automoción verde, el comercio agroalimentario o la tecnología, subraya que esta relación va más allá de la diplomacia formal para materializarse en beneficios concretos para ambos países. La apuesta por la innovación tecnológica y la sostenibilidad ambiental sitúa a España en una posición favorable para captar inversión, generar empleo de calidad y desarrollar sectores industriales estratégicos en el marco europeo. Para China, esta cooperación representa una oportunidad para consolidar su influencia en Europa a través de socios fiables y bien posicionados.

Sin embargo, estas oportunidades no están exentas de riesgos y desafíos. Mantener un diálogo constructivo con China requiere una gestión constante y cuidadosa de las diferencias en valores y sistemas políticos. La promoción del respeto mutuo y la no injerencia debe ir acompañada de una vigilancia rigurosa sobre el cumplimiento de acuerdos y la defensa de los intereses nacionales. Además, la evolución del escenario internacional, con potenciales cambios en las políticas internas de ambos países o en las dinámicas globales, puede afectar la sostenibilidad de esta alianza. Por tanto, la construcción de una relación durable implica no solo acuerdos formales, sino también el fortalecimiento de vínculos sociales, culturales y científicos que aporten resiliencia y profundidad.

La cooperación cultural y educativa emerge como un pilar fundamental para este objetivo, ya que permite crear puentes entre sociedades que trascienden las circunstancias políticas y económicas inmediatas. Los intercambios académicos, la promoción de lenguas y culturas, y los proyectos conjuntos de investigación científica ayudan a consolidar una base social que favorece el entendimiento mutuo y la colaboración a largo plazo. Este enfoque multidimensional es crucial para transformar la relación bilateral en una verdadera asociación estratégica integral, capaz de responder a los desafíos del siglo XXI con creatividad y pragmatismo.

Finalmente, la visita de Sánchez a China también es un mensaje para el mundo sobre la capacidad de países medianos como España para jugar un rol activo y autónomo en la arena internacional. Lejos de ser meros espectadores o subordinados de grandes potencias, España ha demostrado que puede diseñar una política exterior que integra sus intereses nacionales con una visión global, apoyándose en el multilateralismo y el diálogo constructivo. Este modelo de diplomacia inteligente y flexible puede servir de ejemplo para otras naciones que buscan navegar en un mundo cada vez más complejo y fragmentado.

En conclusión, la consolidación de la relación España-China en 2025 representa no solo una oportunidad económica y tecnológica, sino también un avance en la capacidad española para posicionarse con autonomía y liderazgo en el escenario global. La clave estará en mantener un equilibrio dinámico entre los distintos vectores de su política exterior, profundizando en la cooperación práctica sin perder de vista los principios democráticos y los compromisos internacionales. Así, la Asociación Estratégica Integral podrá convertirse en una herramienta real de influencia, progreso compartido y construcción de un orden internacional más estable y equitativo.


Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente la organización comparte lo expresado.


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Es investigador predoctoral departamental contratado por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, España. Posee un máster en relaciones China-Union Europea y un máster en Educación por la misma universidad. Además, es licenciado en Historia y cursado cursos de Derecho y Ciencias Políticas. Tiene una amplia experiencia en asuntos políticos y análisis de partido, así como forma parte de la directiva de diferentes asociaciones acerca de las relaciones sino-hispanicas como la Asociación Amigos de China y la Asociación Hispanica de Estudios sobre China