América Latina y la Unión Europea: ¿hacia una alianza de la energía verde?
En los próximos días tendrá lugar en Santa Marta (Colombia) la cuarta cumbre CELAC-UE, que está previsto que sea un auténtico revulsivo en la cooperación en múltiples áreas entre ambos bloques regionales. Entre las prioridades señaladas por la Unión Europea para esta cumbre sobresalen el comercio, la inversión y la transición ecológica (Consejo Europeo, 2025). Y es dentro de esta transición ecológica donde se encuentra una de las cuestiones capitales que pueden suponer una verdadera oportunidad de crecimiento económico y comercial entre ambos bloques, el desarrollo de las nuevas energías verdes.
La Unión Europea, que pasa por ser el tercer socio comercial, y el primer socio inversor de la región latinoamericana y caribeña (Consejo Europeo, 2025), giró la vista al otro lado del Atlántico después de la crisis que supuso la desaparición del suministro de gas procedente de Rusia tras el comienzo del conflicto en Ucrania. La evidente dependencia de gran parte de la Unión de los insumos energéticos procedentes de Moscú, hicieron que los 27, y muy especialmente Alemania y los países de Centroeuropa, apostaran decididamente por la diversificación de las fuentes energéticas del bloque. Y no solamente una diversificación de fuentes y tecnologías de producción energética, si no también una diversificación de orígenes de los insumos energéticos y de las inversiones de las compañías europeas del sector (Escribano y Urbasos Arbeloa, 2023).
Más allá del planteamiento de menor dependencia de los combustibles fósiles, o de las importaciones de productos energéticos procedentes de Rusia, Bruselas se ha replanteado completamente su política de relaciones con América Latina y el Caribe en cooperación energética. Ante la más que evidente imposibilidad de incrementar sustancialmente las importaciones de gas natural licuado o petróleo desde la región, debido a las restricciones de oferta derivadas de la limitada infraestructura existente en la región, Europa se ha replanteado su relación de cooperación con la región como la de “compañeros” en la nueva transición de las fuentes de energía (Escribano y Urbasos Arbeloa, 2023).
Es en esta línea que han surgido nuevos planteamientos de inversión, que si bien enmarcados en la iniciativa europea de inversiones Global Gateway, están comenzando a perfilar el camino que Bruselas pretende seguir en su relación energética con sus partenaires del otro lado del Atlántico. En el primer trimestre de 2025, la Unión Europea anunciaba la consecución de un acuerdo entre la Comisión Europea, el Banco Europeo de Inversiones, el KfW Development Bank, la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO) y el Ministerio de Energía de Chile, para la realización de una inversión europea de más de 200 millones de euros en proyectos de hidrogeno verde en el país andino (Delegación de la UE en Chile, 2025). Escasos dos meses después la Unión Europea firmó un memorando de entendimiento con la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE) para intensificar la cooperación energética entre ambos bloques, y lo más significativo, para adherirse a dicho organismo regional como observador permanente (European Commission, 2025). Ya en el mes de julio de este mismo año, la Unión Europea presentó una cartera de proyectos de inversiones de más de mil millones de euros en la reunión ministros de energía del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), destinada principalmente a impulsar la seguridad energética y la integración de las redes de suministro eléctrico en la región centroamericana (Delegación de la UE en Costa Rica, 2025). Estos tres movimientos perfilan las líneas de actuación de Bruselas con los países latinoamericanos y caribeños, que pasan por mayor inversión en las nuevas fuentes de energía verde, mayor cooperación en materia energética, y potenciamiento de la inversión en infraestructura de interconexión eléctrica.
La región latinoamericana y caribeña cuenta con un inmenso potencial para el desarrollo de una verdadera industria de la energía verde, en el que el bloque europeo ha puesto sus ojos. Más allá del foco persistente en las materias críticas para la fabricación de baterías eléctricas como el litio procedente de Argentina, Bolivia y Chile; el cobalto y manganeso procedentes de Brasil; o el cobre procedente de Chile y Perú; el potencial de la región latinoamericana y caribeña está en sus condiciones geográficas tremendamente favorables para el desarrollo de la energía hidroeléctrica, solar y eólica a gran escala destinadas no solo a suplir sus necesidades energéticas, si no al desarrollo de una potencial industria de exportación de hidrogeno, metanol y amoniaco verdes para suplir las necesidades energéticas de otras regiones del mundo (OLADE, 2025b, 2025c).
El mix energético de América Latina y el Caribe está actualmente compuesto en más de un 70% por energías de origen renovable, principalmente por energía hidroeléctrica que supone más del 50% del total de energía generada (OLADE, 2025a). Este nivel de base, más el potencial desarrollo de plataformas de generación de energía centradas en el sol, el viento y la biomasa permitirían a la región no solo llegar a la neutralidad en carbono desde una posición más ventajosa que otras regiones, si no también tener la potencialidad de desarrollar este tipo de generación energética con unos costes inferiores a los de otras regiones del mundo (OLADE, 2025c).
Si bien es cierto que existe una potencialidad para el desarrollo de una industria de generación de energía verde en la región, existen múltiples desafíos a los que la propia región se enfrenta. Entre ellos estaría por un lado el cambio climático, que posiblemente pueda alterar las capacidades de generación de energía renovables, ya sea por la escasez de lluvias en unas regiones, como por la existencia de fenómenos climáticos adversos de gran virulencia en otras. Por otro lado, existe una necesidad de inversión en infraestructuras, y no solamente en cuanto a la propia infraestructura de generación en sí misma, si no en cuanto a infraestructura de transporte, almacenamiento e interconexión energética entre los países. Sería magnifico imaginar una región latinoamericana y caribeña perfectamente conectada, donde la energía hidroeléctrica producida en Paraguay y la solar producida en México y Chile, suple parte de la demanda de la región durante el día, y en la noche, con las baterías producidas en Argentina y el combustible generado por la biomasa en Brasil y Bolivia suplen el déficit de generación de las otras energías, pero la realidad es que también es necesaria una gran inversión para transportar esa energía, ya sea en modo de electricidad, gas o líquido a otras partes del continente, y actualmente ese es un gran reto al que la región se enfrenta (CEPAL, 2025).
Los “cantos de sirena” procedentes de Europa pueden suponer una verdadera transformación del tejido económico e industrial de la región latinoamericana y caribeña, si bien es cierto que los intereses europeos pueden no coincidir completamente con los de la región. La oportunidad existe, la tecnología existe, y parce que la voluntad inversora existe, lo único que faltaría es implementar y plasmar en la realidad las voluntades de ambos lados del Atlántico. América Latina y el Caribe tiene la oportunidad de no solamente generar una industria de energía verde destinada a la exportación a otras geografías, con todos los peligros y daños que puede generar la implantación de un sector de nueva tecnología pero que en principio no dejaría de ser extractivista, y que podría ir acompañado de múltiples externalidades negativas como las ya padecidas en la región en otros sectores como el minero o el de los hidrocarburos. Latinoamérica y el Caribe tienen la capacidad de trabajar como compañeros de uno de los mayores poderes económicos del mundo, al que no solamente deberían solicitar inversiones en nuevas tecnologías, si no inversiones que fueran vertebradoras y encaminadas a potenciar su propio desarrollo económico y social. No solamente habrá que fijarse en este potencial inversor europeo como una oportunidad para generar mayores exportaciones, si no como una potencialidad para el desarrollo de nuevas industrias de refinado y transformación de los insumos energéticos verdes, capaz de generar cadenas de valor en la producción de baterías, en la transformación y tratamiento del hidrógeno, del metanol y del amoniaco verdes, y a la vez conseguir las tan necesarias inversiones para la región en interconexiones eléctricas, gasísticas, y de conducción y transporte de las nuevas materias energéticas como el nitrógeno o el amoniaco.
El reto es enorme, pero las oportunidades para ambos lados del Atlántico también lo son, ya que ambos pueden acuñar una alianza estratégica duradera por décadas. La Unión Europea puede diversificar su matriz energética tanto geográficamente como por tipología, y a su vez la región latinoamericana y caribeña puede desarrollar una nueva industria que se convierta en desarrollo económico futuro y en vector de crecimiento de otros sectores económicos, pero para ello necesita de unidad, pragmatismo e iniciativa a la hora de pedir a sus socios europeos la inversión en proyectos que sean mutuamente beneficiosos, y no solamente desde el punto de vista económico… Veremos que sucede en Santa Marta en los próximos días.
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Referencias
Comisión Económica para América Latina y el Caribe [CEPAL]. (7 de octubre de 2025). Integración energética y transición justa en América Latina y el Caribe: oportunidades y desafíos hacia 2050. https://www.cepal.org/es/enfoques/integracion-energetica-transicion-justa-america-latina-caribe-oportunidades-desafios-2050.
Consejo Europeo. (9 de abril de 2025). Comunicado de prensa conjunto – La cuarta cumbre CELAC-UE se celebrará los días 9 y 10 de noviembre de 2025. https://www.consilium.europa.eu/es/press/press-releases/2025/04/09/joint-press-release-fourth-celac-eu-summit-to-take-place-on-9-10-november-2025/.
Delegación de la Unión Europea en Chile. (28 de marzo de 2025). Chile: La UE, el BEI y KfW financiarán proyectos de hidrógeno renovable en Chile con hasta 216,5 millones de euros. https://www.eeas.europa.eu/delegations/chile/chile-la-ue-el-bei-y-kfw-financiar%C3%A1n-proyectos-de-hidr%C3%B3geno-renovable-en-chile-con-hasta-2165_es?s=192.
Delegación de la UE en Costa Rica. (1 de julio de 2025). La Unión Europea eleva su apuesta por el Mercado Eléctrico Regional de Centroamérica. https://www.eeas.europa.eu/delegations/costa-rica/la-uni%C3%B3n-europea-eleva-su-apuesta-por-el-mercado-el%C3%A9ctrico-regional-de-centroam%C3%A9rica_en.
Escribano, G. y Urbasos Arbeloa, I. (2023). ¿Por qué importa América Latina a la UE en energía? Diversificación, compañeros de transición y nuevas cadenas de valor. Real Instituto Elcano. ARI 18/2023. https://www.realinstitutoelcano.org/analisis/por-que-importa-america-latina-a-la-ue-en-energia/.
European Commission. (27 de mayo de 2025). The EU and Latin America and the Caribbean work together to enhance regional collaboration and the exchange of expertise in energy matters. https://energy.ec.europa.eu/topics/international-cooperation/key-partner-countries-and-regions/latin-america-and-caribbean_en.
Organización Latinoamericana de Energía [OLADE]. (2025a). América Latina y el Caribe alcanza un 71% de generación eléctrica renovable en junio, el nivel más alto del año 2025. https://www.olade.org/noticias/america-latina-y-el-caribe-alcanza-un-71-de-generacion-electrica-renovable-en-junio-el-nivel-mas-alto-del-ano-2025/.
Organización Latinoamericana de Energía [OLADE]. (2025b). Libro Blanco del Almacenamiento en América Latina y el Caribe 2025. https://www.olade.org/publicaciones/libro-blanco-del-almacenamiento-en-america-latina-y-el-caribe-2025/.
Organización Latinoamericana de Energía [OLADE]. (2025c). Preparación para la transición energética: América Latina y el Caribe. Informe técnico. https://www.olade.org/publicaciones/preparacion-para-la-transicion-energetica-america-latina-y-el-caribe/.


