Históricamente son múltiples los temas de discusión corriente en la sociedad, de acuerdo al contexto histórico y social se habla y escribe más de unas cosas que de otras; por ejemplo, durante los últimos años el enfoque fue el cambio climático y las medidas para aminorar sus efectos y más reciente ha sido todo lo referente a la crisis sanitaria que estamos atravesando. No obstante, existen temas que siguen siendo importantes sin importar el momento histórico y social que lo cobije, tal es el caso del narcotráfico o el tráfico ilícito de sustancias. Mucho es lo que se ha hablado del narcotráfico, sobre todo a partir de las últimas décadas del siglo XX cuando inicia la guerra contra las drogas a partir de la declaración del presidente Richard Nixon, quien según Rosen y Zepeda (2016) reconoció una arista importante dentro del narcotráfico pero que pasó un poco desapercibida por sus sucesores, y es que, como en toda actividad comercial, se necesita de una parte que demande los productos de los oferentes, es decir, el tráfico de drogas existe principalmente porque hay consumidores que componen un mercado que permite el desarrollo del comercio de estas sustancias ilícitas y, por tanto, la lucha y el empleo de los recursos debía estar encausado en la erradicación del consumo.

     Posteriormente, el problema de fondo del narcotráfico y la forma de abordarlo ha ido mutando de acuerdo al actor que emita el discurso, en los años 80 a cargo del presidente Ronald Reagan, el problema empezó a securitizarse, significando el narcotráfico una amenaza para la seguridad nacional e internacional, “tanto el gobierno de Reagan (1981-1989), como el de George Bush (1989-1993) han continuado el combate al narcotráfico con un especial énfasis en la erradicación y en los decomisos de droga en los países productores” (Chabat, 1994, p. 97). Es por ello que considero esclarecedor citar aquí una definición contemporánea sobre el narcotráfico, para analizar de qué forma ha evolucionado el concepto y como lo concebimos en nuestros días. Según la ONU (2019) “El tráfico de drogas es un comercio ilícito mundial que incluye el cultivo, la fabricación, la distribución y la venta de sustancias que están sujetas a leyes que prohíben drogas” como se observa no se trata solo de la comercialización en sí misma, sino de toda la cadena de producción y comercio de estas sustancias a gran escala. Sin embargo, esta definición carece de un componente fundamental para el desarrollo de dicha actividad, como lo es el componente social, integrado por los sujetos que participan dentro de las organizaciones criminales, ya sea como productores, vendedores o consumidores,  “es importante mirar el deterioro social y económico que el narcotráfico genera en la población, lo que puede ser concebido como un caldo de cultivo para el nacimiento de nuevas actividades ilegales (Pontón, 2013, p. 136), que en medio de procesos de transnacionalización constituyen no sólo una amenaza nacional sino también internacional, ya no solo por la venta y consumo, sino que ahora se le suman actividades adyacentes de crimen organizado que atentan contra la seguridad social. Para Chabat (1994) el narcotráfico involucra a diversos actores estatales y no estatales:

Agencias especializadas de combate a las drogas (policías), aparato de justicia, ejércitos, campesinos, técnicos procesadores de droga, traficantes de la droga al mayoreo y al menudeo, negocios e instituciones bancarias que «lavan» el dinero del narcotráfico, políticos, estudiosos del tema, consumidores de drogas blandas y duras (o de ambas a la vez), legisladores, clínicas de rehabilitación, crimen organizado, entornos sociales beneficiados por la derrama de los narcodólares, fábricas productoras de precursores químicos, opiniones públicas de los diversos países, votantes, etc. (p.99).

     Debido a la gran cantidad de actores involucrados, se han realizado trabajos periodísticos que muestran las consecuencias sociales derivadas de estas actividades ilegales, uno de los más destacados es un trabajo realizado por la BBC en conjunto con la ONG Reinserta, en el cual explicitan bajo la exposición de un caso en específico como muchos niños “son utilizados como carne de cañón y captados por los carteles porque saben que sus condenas, en caso de ser capturados, serán mucho menores” (González, 2022) y a medida que estos niños van creciendo dentro de una realidad tan retorcida como la que viven dentro de estas organizaciones, se van construyendo adultos con grandes capacidades delictivas que operan de forma estratégica dentro de redes mundiales de narcotráfico, las cuales van permeando poco a poco en la sociedad, consiguiendo cada día mayor alcance. Según Núñez Noriega y Espinoza el narcotráfico construye “una narcocultura que se articula alrededor de la oferta de proyectos ideológicos de una identidad sexo-genérica poderosa, por tratarse de una masculinidad edificada con imágenes de riqueza, armas, conexiones, reconocimiento, autoridad sobre otros, placeres y (hetero)erotismo en abundancia” (2017, p. 109). Los mismos autores siguiendo a Sánchez (2009), exponen la influencia que ejerce esta narcocultura en muchos otros hombres que no participan directamente de estas actividades ilícitas pero que se ven cautivados por el imaginario que se proyecta, estos autores también exponen que este imaginario interpela y produce sujetos para el narcotráfico y con el fin de mantenerlos en él (p. 109). Dicha narcocultura también se puede evidenciar en la producción de series audiovisuales y producciones musicales, donde reproducen de forma glorificada prácticas correspondientes a la actividad del narcotráfico, escenificando y estereotipando la figura masculina con imágenes como las mencionadas anteriormente por los autores y en menor medida incluso la construcción de la cosificación femenina, donde las mujeres cumplen determinado rol en función de contrastar la masculinidad construida por esta narcocultura.

     Como resultado del creciente desarrollo del narcotráfico y su gran efecto en la sociedad, se ha generado también la necesidad de crear organizaciones y políticas de cooperación multinivel, con el fin de aminorar sus consecuencias y luchar contra el crecimiento de las mismas y, aunque la que más se mencione sea la guerra contra las drogas, en realidad la cooperación para su erradicación comenzó muchos años atrás,  “los tratados internacionales de 1912 a 1988 constituyen la base jurídica del sistema actual de fiscalización internacional de estupefacientes. Este sistema de fiscalización internacional se apoya en el concepto de fiscalización nacional de cada Estado concreto” (Molina, 2006, p. 288), lo cual no quiere decir que internacionalmente no existan organizaciones encargadas de la fiscalización de estupefacientes, de hecho dentro de la ONU se encuentran las más reconocidas, como la Asamblea General de Naciones Unidas, el Consejo Económico y Social, la Comisión de Estupefacientes, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, Programa de las Naciones Unidas para la Fiscalización Internacional de Drogas, Centro de Desarrollo Social y Asuntos Humanitarios, Instituto Interregional de las Naciones Unidas para Investigaciones sobre Delincuencia y Justicia, además de otros organismos especializados como la Organización Mundial de la Salud o la Organización Internacional del Trabajo. De igual forma, como lo expresa Molina, también se encuentran otros organismos por fuera de la ONU con capacidades de fiscalización como el Consejo de Cooperación Aduanera, Organización Internacional de Policía Criminal, Organización Marítima Internacional, Organización de Aviación Civil Internacional y la Unión Postal Universal (2006). Sin contar las múltiples Organizaciones No Gubernamentales y fundaciones que se dedican a brindar apoyo y contención a quienes logran huir de estas organizaciones criminales y los preparan para una adecuada y en la mayor forma posible una segura reinserción dentro de la sociedad.

     Ahora bien, aunque el entramado de cuestiones que componen el tráfico ilícito de drogas es bastante extenso, aquí se ha procurado tratar desde una perspectiva social, tomando herramientas históricas y teóricas para explicar los efectos sociales del narcotráfico y cómo se han organizados los Estados y el Sistema Internacional para hacerle frente a los mismos, tratando de fiscalizar los distintos medios por los cuales puedan desarrollar su cadena de producción, venta y consumo, como también evitar las actividades ilegales que surgen a partir del financiamiento del narcotráfico, haciendo énfasis en el papel que juegan las ONG como medios de contención y de apoyo. Es por ello que sería menester realizar futuras investigaciones donde se explore de forma más exhaustiva cada una de las aristas tratadas en este artículo, desarrollar preguntas que clarifiquen cómo es el modo de operación de los actores que intervienen, cuál es el trabajo especializado de cada organismo y de qué manera intervienen. También sería enriquecedor realizar un estudio de caso donde se analicen los temas aquí tratados, pero con respecto a una organización criminal específica, consiguiendo de esa forma ampliar la producción académica sobre el tema y un mejor entendimiento a través de análisis profundos de todo el entramado de cuestiones que se desarrollan dentro de esta actividad.


Referencias bibliográficas

Chabat, J. (1994). «Seguridad nacional y narcotráfico: vínculos reales e imaginarios». Política y Gobierno, 1(1), 97-123. http://hdl.handle.net/11651/1806

González, M. (31 de enero de 2022). Los niños del narco en México. BBC. https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-59603313

Molina, T. (2006). La incidencia del narcotráfico en la sociedad actual. Anuario Jurídico y Económico Escurialense, 39, 275–296. https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/1465572.pdf

Núñez Noriega, G., Espinoza, E. (2017). El narcotráfico como dispositivo de poder sexo-genérico: crimen organizado, masculinidad y teoría queer. Estudios de Género de El Colegio de México, 3(5), 90-128. http://www.scielo.org.mx/pdf/riegcm/v3n5/2395-9185-riegcm-3-05-00090.pdf

ONU. (2019). Tráfico de drogas. https://www.un.org/ruleoflaw/es/thematic-areas/transnational-threats/drug-trafficking/

Pontón, D. (2013) La economía del narcotráfico y su dinámica en América Latina. Íconos. Revista de Ciencias Sociales. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales- Sede Académica de Ecuador. (47), 135-153. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=50928911009

Rosen, J., Zepeda, R. (2016). La Guerra contra las Drogas y la Cooperación Internacional: el caso de Colombia. 18, 63–84. https://www.redalyc.org/journal/4763/476350095004/html/#redalyc_476350095004_ref21

Sánchez, J. A. (2009). Procesos de institucionalización de la narcocultura en Sinaloa. Frontera Norte, 21(41), 77-103. 

 

 

 

Compartir
Articulistas o invitados que escribieron en nuestra página web.