El Resurgimiento de Rusia como jugador geoestrategico en el espacio euroasiático
Resumen.
El presente ensayo analiza el actual contexto internacional en el que Rusia se perfila como jugador geoestratégico en el espacio euroasiático, luego de años de relativa “inactividad” política y estratégica. Se abordan tres escenarios que han marcado importantes puntos de inflexión en el resurgir de la Federación de Rusia: el final del Guerra Fría en el que se inclinaba a obedecer los intereses de la potencia estadounidense y demás vencedores de la época. Seguido, se analiza el ascenso de Rusia en el siglo XXI, logrando articular una política nacionalista de proyecciones internas y externas del renovado poder ruso. Ejemplo de ello, se exponen las maniobras políticas, estratégicas y militares que se realizan en Ucrania y Siria, específicamente. Visto desde la teoría neorrealista, preocupados por las cuestiones de seguridad y por las causas-efectos de las guerras al interés nacional, los eventos desencadenados: guerras en el espacio exsoviético durante los 90´s, la ampliación de la UE[1], el avance de la OTAN[2], la guerra contra el terrorismo y otros sucesos, presionaron a la Federación en la definición de una agenda estratégica que le permitiese revestirse de peso en el plano internacional. Desde esta concepción se han determinado los siguientes supuestos en torno a los cuales gira el desarrollo de este ensayo, basado en el conjunto de maniobras geopolíticas ejecutadas por Rusia, bajo formas de realpolitik[3], que le permitan responder al peso de las jugadas geoestratégicas de las potencias occidentales, tal es el caso de la recuperación de Crimea como territorio ruso, acción camuflada bajo apoyo a movimientos separatistas pro rusos. Así mismo, las actuales relaciones de poder que son objeto de tensiones en Medio Oriente por el acercamiento a Irán en la lucha contra las facciones radicales del islam en Siria, que, a su vez, sirve como alianza hacia la consecución de objetivos comunes en la región.
Palabras claves: Potencia ♦ desintegración ♦ Rusia ♦ influencia ♦ resurgimiento ♦ jugador geoestratégico ♦ Ucrania♦ pivote geopolítico ♦ realpolitik ♦ anexión ♦ Siria ♦ soft power ♦ hegemon ♦ yihadistas
El ascenso de Rusia con Vladimir Putin: una política nacionalista con visión al exterior
La desintegración de la URSS fue un duro golpe al estatus de potencia que habían ostentado los soviéticos sobre el espacio euroasiático, limitando en gran medida el territorio a las dimensiones actuales que comprenden la Federación de Rusia. Esta pérdida de influencia fue acompañada de graves problemas internos a causa de la nueva economía de mercado implementada en la década de los 90’s. Además, los excesos de poder y corrupción al interior del gobierno, en consecuencia, producían la falta de representatividad de Boris Yeltsin como presidente en ese momento, y, su incapacidad para solucionar problemas relevantes de la vida rusa como la Guerra de Chechenia, eran puntos que mostraban la fragilidad rusa de la época.
De esta forma, a inicios del año 2000 y ante la perspectiva de una Rusia desmejorada, Vladimir Putin recibe el poder y se encarga de fortalecer el Estado mismo: combatiendo la corrupción, nacionalizando los recursos y dándole un nuevo impulso a la economía rusa, “centrando así sus acciones en incrementar el control sobre la política, la administración y la economía, así como también obtuvo logros en la segunda Guerra de Chechenia”[4]. Reafirmando la figura de líder decidido al interior del Estado, Putin da inicio a una nueva era de reivindicaciones de poder que encausan a Rusia hacia su resurgimiento como jugador geoestratégico; y que producto de su fortalecimiento interno permite proyectarse hacia el exterior, encarrilando su futuro como potencia mundial.
Desde el punto de vista de los planteamientos del CESEDEN[5] sobre la proyección internacional rusa, plantea categorías sobre su política exterior, y respecto a sus intereses se destaca en dos perspectivas: por un lado, el papel que juegan los vecinos próximos a Rusia de los cuales depende la seguridad de sus fronteras, a los que tratan de convertir en aliados político-militares y socios económicos, como Ucrania, y donde se evidencia la importancia geopolítica de la zona y por lo tanto los intereses rusos sobre la misma. Por otro lado, el papel de los Estados fallidos, países con guerra civil o grupos que representen peligros o amenazas a la estabilidad regional y mundial. Ejemplo de ello son los grupos yihadistas en Siria, los cuales podrían llegar a representar un grave problema de seguridad si acceden al poder en su totalidad.
Estas cuestiones de seguridad, fueron reafirmadas por Putin en la Plaza Maidan en 2014, ante los embajadores y representantes permanentes de la Federación de Rusia donde declaraba “todos en Europa necesitamos algún tipo de red de seguridad para que los precedentes de Irak, Libia, Siria y, (…) Ucrania, no actúen como enfermedades contagiosas. Esto es particularmente para el espacio postsoviético, dado que estos Estados aún no están afianzados ni política ni económicamente y no poseen sistemas políticamente estables”[6]. Estas aseveraciones denotan el carácter prominente a considerar en las acciones regionales y mundiales que permitan a Rusia un buen desenvolvimiento geopolítico, así como una expansión y fortalecimiento de su presencia en Eurasia.
Rusia en el espacio europeo: Caso Ucrania
Ucrania, como bien lo describe el politólogo Z. Brzezinski, es un pivote geopolítico, un Estado cuya importancia deriva de su posición geográfica. En este caso, por el paso de gaseoductos y el acceso al Mar Negro y por los recursos naturales que hay en dicho país, como el carbón, hierro y minerales. Así mismo, afirmaba que en el “tablero euroasiático”, este pivote determinaba buena parte del comportamiento de las potencias occidentales y de Rusia como jugadores estratégicos en la zona[7]. Con la caída de la URSS, ésta tuvo que aceptar la pérdida de Ucrania y parte de la influencia en la zona. Sin embargo, en el largo plazo no aceptó permanecer relegada como simple espectadora de los asuntos de relevancia internacional que moldeaban el orden de la época.
Durante el primer decenio del siglo XX, el espacio exsoviético experimentaba revueltas de carácter nacionalista mediante Revoluciones de Colores[8]. Caso de ello fue Ucrania con la Revolución Naranja[9] de 2004. En este contexto, las pretensiones occidentales de incluir a Ucrania y Georgia en la OTAN, hicieron eco en Rusia. En 2008, Putin advertía ante la Cumbre de la OTAN en Bucarest, su desacuerdo en la aproximación a la alianza transatlántica como medio para resolver los problemas de las repúblicas exsoviéticas, lo que demostraba que la nueva Rusia no estaba dispuesta a callar y ver cómo limitaban su acción mediante las jugadas geoestratégicas que pretendía Estados Unidos, principalmente.
Bajo las gestiones de V. Yanukovich, Ucrania adoptó una posición neutral sobre adherirse a la OTAN. Si bien se estrecharon lazos con Rusia mediante acuerdos comerciales, y militares, por la flota naval de Sebastopol, Ucrania no se alineó completamente a sus intereses. En 2013, el líder negociaba un acuerdo de asociación con la Unión Europea, que finalmente se negó a la firmar[10]. Esto desembocó en la manifestación del Euromaidán, quienes exigía más acercamiento a la UE, un reflejo del desorden provocado por la Revolución Naranja, que atisbó el sentimiento nacionalista pro ruso en el este de Ucrania, confrontados al sentimiento europeísta en el occidente del país. En medio de esta crisis, “se mezclaron problemas geoestratégicos con económicos”[11]. Ante la escalada de violencia y la salida de Yanukovich del país, la Federación de Rusia realiza una de sus mayores jugadas geoestratégicas en el comienzo del siglo XX: la anexión de Crimea, una auténtica realpolitik ejecutada con rapidez. En marzo de 2014, el Parlamento de Crimea convocó a referéndum en la península y con el 94.7% de votos a favor, se “legitimó” la anexión. Esta jugada entraña diferentes consideraciones vista desde relaciones de poder: fue una táctica improvisada ante la posibilidad de perder importancia estratégica en la base naval de Sebastopol; fue una respuesta a la amenaza de una mayor expansión de la OTAN a lo largo de la frontera occidental de Rusia; y, para otros, una acción que es parte del proyecto ruso de recuperación de las repúblicas exsoviéticas[12].
Rusia en Oriente Próximo: Caso Siria
En el continente asiático, a partir del año 2010, la Primavera Árabe suponía un reclamo por parte de la sociedad civil contra gobiernos dictatoriales. En ciertos casos, el objetivo fue logrado (Túnez y Egipto) pero en otros se desembocó en guerras por un equilibrio del poder regional. Siria, representa un punto de inflexión, en el cual, convergen una serie de intereses geopolíticos por parte de actores externos. Para el profesor Sergio Moya, “actores como Rusia, Irán y Hezbollah, se han convertido en los principales soportes internacionales del presidente Bashar Al Assad”[13].
Desde los inicios de la guerra, Rusia ha evitado una acción condenatoria del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas contra el Gobierno sirio, pues, no está dispuesta a que se repita el caso de Libia[14] Adicionalmente, Rusia busca proteger la base naval de Tartus, en el Mediterráneo sirio, utilizada por su armada para reabastecimiento y constituye el último remanente regional de las bases navales que Moscú tuvo durante la Guerra Fría para fortalecer su soft power[15] en la región. “En Siria se ha dado una auténtica guerra civil, en este caso entre la minoría alauita y la mayoría suní, donde el 70% de la población tiene poca representación en las estructuras de poder”[16]. Siria es uno de los pocos aliados que le quedan a Rusia en la región desde la retirada geopolítica al finalizar la Guerra Fría. Desde el acercamiento entre la Iglesia Ortodoxa (con el patriarca Cirilo I) y la Rusia de Putin, ésta ha buscado reasumir su histórico papel de “protectora” de los cristianos ortodoxos en Medio Oriente, una razón más para oponerse a las fuerzas rebeldes sirias que, según la consultora de defensa IHS Jane’s, están integradas en un 50 % yihadistas de línea dura.
Por otro lado, para países como EEUU, Francia e Israel ven la guerra siria como una oportunidad para deshacerse de la dinastía de los Al Assad, quebrar al Eje de la resistencia, aislar a Irán, un actor principal y que eventualmente puede plantear un reacomodo geopolítico en la zona mediante una especie Tratado Sykes–Picot, definido según sus intereses. Algunos de estos objetivos son también compartidos por varios gobiernos de la región, como Arabia Saudita y Qatar, que, desde el inicio de la guerra, se han opuesto al Gobierno alauita de Al Assad.
Francisco Ruiz ha definido claramente que “Rusia recuperó con Siria el derecho a ser llamado hegemón. Las responsabilidades que esta definición trae consigo en términos no solo militares, sino de estabilidad e intereses económicos”[17]. Según el politólogo Keohane, “el hegemón debe poseer poder militar suficiente para proteger a La economía política internacional de incursiones por parte de adversarios hostiles” [18]. El principal interés de Rusia es apoyar a las desgastadas fuerzas de tierra gubernamentales sirias e iraníes para la preservación del régimen de Damasco, enviando un claro mensaje a sus aliados y evitar la injerencia militar directa por parte de estados vecinos como Arabia Saudita, Turquía e incluso Israel. Por ello, Rusia respondió a la solicitud del presidente Al Assad para socorrer a sus fuerzas militares, planeando una incursión militar área rusa, ayudando en un contrapeso al ejército sirio y tener un control real de zonas estratégicas (Alepo, Raqqa y Hama), a pesar de que la misma ha finalizado, muchos la califican de exitosa[19].
Valoraciones finales: Escenario geopolítico en el ascenso de Rusia
Desde comienzos del siglo XXI, la política interna rusa buscó la seguridad nacional fortaleciendo la economía y las instituciones estatales, maniobrando alianzas con grupos de poder y aproximándose a las reglas de la economía capitalista hacia el exterior. Por otra parte, en la política externa, reafirmó la soberanía nacional “centrando el foco en la zona euroasiática y en el espacio postsoviético para crear y garantizar una esfera de influencia rusa que sirviese de contrapunto al avance de la OTAN hacia el Este”[20]. El curso de la Federación de Rusia a cargo de Vladimir Putin, perfila una decisiva política nacionalista, que no se subordina a la política externa occidental, en cambio, asciende y actúa bajo la concepción de seguridad e interés nacional para el Estado Ruso.
En el caso del retorno en la zona europea, con la recuperación de Crimea, Rusia dejó claro que marcaba el final de una era de primacía para un solo jugador geoestratégico en el tablero mundial y ésta se perfila como un Estado que puede hablar “entre pares” con los países occidentales, particularmente, con Estados Unidos en cuanto a maniobras geopolíticas en espacios de interés justificados desde la concepción neorrealista del interés y la seguridad nacional. Lo que esta maniobra permite vislumbrar es el inicio de un ascenso ruso en términos políticos y estratégicos, principalmente. Más allá de persuadir a Rusia con sanciones económicas y su salida del G-8, Putin se volcó a acercar posiciones en Asia con China, Irán y Kazajistán, en cuestiones económicas y militares, lo que en el largo plazo le permitirá jugar un papel decisivo en la zona en cuanto a seguridad, compartiendo el equilibrio de poder con China en lo económico. Gradualmente irá recuperando apertura y entendimiento con los países europeos, ya que para éstos convendría hacer concesiones de influencia en la zona antes que Rusia siga alejándose y concrete un auténtico bloque de poder con los emergentes BRICS o con los regionales de potencial nuclear, Irán e India.
En el caso de aproximación en Asia, las hostilidades hacia el presidente Al Assad continuarán, sin embargo, el régimen todavía estará bajo protección especial de Rusia. En el largo plazo, se mantendrá el escenario de “guerra fría” en la región, hasta que estos actores se desgasten y ya no representen un interés energético vital para los hegemones mundiales y regionales.
Bibliografía
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Zbigniew Brzezinski. 1998. El gran tablero mundial, la supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos. Editorial Paidós Ibérica
[1] Unión Europea
[2] Organización del Tratado del Atlántico Norte
[3] Política basada en el avance hacia los intereses prácticos y acciones concretas de un país de acuerdo con las circunstancias actuales de su entorno, en lugar de seguir principios filosóficos, teóricos o morales. Véase Merraim Webster Dictonary. http://www.merriam-webster.com/dictionary/realpolitik
[4] Francisco Veiga, El Desequilibrio como Orden: una historia de la Post Guerra Fría, 2ª ed. (Madrid: Alianza Editorial S.A., 2014), 365
[5] Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional Español, Rusia ¿Vieja Potencia o Potencia Emergente? (España, 2011), 51-53. http://www.defensa.gob.es/ceseden/Galerias/destacados/publicaciones/docSegyDef/ficheros/040_BRASILx_RUSIAx_INDIA_Y_CHINA_xBRICx_UNA_REALIDAD_GEOPOLITICA_SINGULAR.pdf
[6] Instituto Español de Estudios Estratégicos, Ucrania y el nuevo liderazgo geopolítico ruso (España, 2014), 16 http://www.ieee.es/Galerias/fichero/panoramas/Panorama_geopolitico_2014.pdf
[7] Zbigniew Brzezinski, El gran tablero mundial, La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos (Paidós Ibérica, 1998), 48.
[8] Agitaciones impulsadas por Occidente bajo la consigna de olas democratizadoras, pretendiendo acercar a los países de Europa del Este y Asia a posiciones afines a sus intereses. A su vez, buscaban alejarles de las maniobras políticas y estratégicas de una Rusia en ascenso. Cf. Miguel Cuneo y Melina Orué. Sistemas Políticos, Revoluciones de Colores y Perspectivas. (Argentina: Editorial Docuprint S.A. 2007) P 15
[9] Durante las elecciones en ese año, Rusia apoyaba abiertamente a Víctor Yanukovich, pro ruso. Sin embargo, quedó en el poder el reformista Víctor Yuschenko, quien abogaban por una aproximación a Europa y la economía capitalista estadounidense.
[10] El Acuerdo incluía fuertes reacomodos neoliberales en la economía, restricciones y recortes sociales, por lo que Yanukovich exigía más compensaciones de la Unión Europea para la economía ucraniana, frente a la inminente pérdida del mercado ruso. Véase Francisco Veiga, El Desequilibrio como Orden, 524.
[11] Veiga, El Desequilibrio como Orden, 526
[12] Daniel Treisman, Foreign Affairs, Why Putin took Crimea? May 2016
https://www.foreignaffairs.com/articles/ukraine/2016-04-18/why-putin-took-crimea
[13] Sergio Moya, Semanario Universidad, Geopolítica de la guerra en Siria, octubre 2013. http://semanariouniversidad.ucr.cr/suplementos/crisol/geopoltica-de-la-guerra-en-siria/
[14] En 2011 se realizó una Incursión militar por parte de Estados Unidos y la OTAN para liberar al pueblo libio del dictador Muamar el Gadafi.
[15] Hace referencia a la capacidad de un actor político, por ejemplo, un Estado, para incidir en las acciones o intereses de otros actores valiéndose de medios culturales e ideológicos, con el complemento de medios diplomáticos. Cf. Xavier Peytibi, El poder del soft power, http://www.xavierpeytibi.com/2013/10/31/el-poder-del-soft-power/
[16] Ídem
[17] Ídem
[18] Francisco Ruiz. Qué explicación tiene la postura de Rusia ante la crisis en siria, Fundación Ciudadanía y Valores (Argentina: Casa Editorial, 2013) http://www.funciva.org/uploads/ficheros_documentos/1328786539_que_explicacion_tiene_la_postura_de_rusia_ante_la_crisis_en_siria.pdf
[19] Para ello Putin se reunió en Moscú, durante los días previos al inicio de la operación área de Rusia en Siria, tanto con Erdogan como con Netanyahu para aclarar los límites de la misma y prevenir posibles acciones por parte de Israel y Turquía que pudieran ir en contra de los intereses rusos. Cf Alejandro Márquez, Rusia en Siria: análisis de su intervención militar http://elordenmundial.com/geopolitica/rusia-en-siria/
[20] Miguel Cuneo. Melina Orué. Sistemas Políticos, Revoluciones de Colores y Perspectivas. Editorial Docuprint S.A., Buenos Aires. 2007. P 15