Las Elecciones Turcas de 2023: Las más Esperadas por la Unión Europea 

Las elecciones turcas de mayo de 2023 no solo fueron ampliamente esperadas por los ciudadanos turcos, sino que también resultaron ser uno de los eventos políticos más importantes del año para la Unión Europea. Después de dos décadas bajo el gobierno de Erdoğan, por primera vez se abría la posibilidad de un cambio de gobierno en el país. No obstante, aunque las encuestas electorales estimaban un fuerte apoyo social de alrededor del 50% para la coalición de los seis partidos de oposición liderada por Kılıçdaroğlu, los resultados finales tras las dos rondas electorales el 14 y el 28 de mayo de 2023 confirmaron la victoria del partido de Erdoğan, el AKP, asegurando de esta forma la continuación de su liderazgo en los próximos cinco años. 

Comprender este contexto social resulta esencial para interpretar los resultados electorales, por lo que se deben analizar por una parte los factores que más influyeron en las elecciones, así como los tipos de voto en Turquía. Mientras que las regiones urbanas y costeras suelen votar en función de las políticas impuestas, las península de Anatolia y el este del país, donde habita la mayor parte de la comunidad kurda, acostumbran a votar por políticas identitarias. En las principales urbes y zonas costeras occidentales de Turquía, la mayor parte del descontento social proviene de las políticas económicas y financieras, que han provocado un deterioro significativo de la lira turca y la escalada de la inflación. Otras causas significativas que influyeron fueron la gestión del gobierno en los terremotos que afectaron al sureste de Turquía y al norte de Siria en febrero de 2023, la política migratoria y la política exterior turca, incluido el rol del país en la OTAN y el proceso de adhesión de Turquía a la Unión Europea, pendiente desde hace 20 años. 

Pero a pesar de la disminución de votos respecto a años anteriores, Erdoğan sigue contando con un sólido apoyo social de aproximadamente un 50% de la población turca (Mengü, 2023). El presidente ha alimentado, a lo largo de sus años de gobierno, un fuerte nacionalismo antioccidental ligado al conservadurismo islámico contrario al nacionalismo fundador de la Turquía de Atatürk, que estableció un Estado secular. Erdoğan ha conseguido, gracias a la concesión de ayudas sociales en las zonas que cuenta con más votantes, y a la estrategia política de victimización del país frente a presuntos riesgos internos y externos,y a promulgar la idea de que Turquía está en peligro por Occidente, la comunidad LGTBQ+, los kurdos, el secularismo y la oposición del gobierno, haciendo creer que esta última tiene lazos terroristas. En este imaginario social sólo Erdoğan puede salvar Turquía. 

Veinte Años de la Turquía de Erdoğan 

Bajo el mandato de Erdoğan Turquía se ha visto muy involucrada en política internacional. A lo largo de sus 20 años de gobierno el presidente se ha alejado de los valores de Occidente y la cooperación europea, sustituyéndola por una política de cooperación regional. En especial se han mejorado las relaciones con China y con Rusia, lo que ha contribuido al papel decisivo de Turquía en la Guerra de Ucrania. Y es que, gracias a que Erdoğan juega a dos bandas en el conflicto con Ucrania, ha conseguido un acuerdo de paz en vías marítimas de transporte de alimentos y energía que ha mitigado la crisis energética y alimentaria global y europea de la crisis derivada de la Guerra de Ucrania (Berk, 2022). 

Ya desde la creación de la República de Turquía en 1922 ha habido dos preguntas clave para la dirección del país: el papel que desempeña el islam y el espacio geográfico de los turcos, en el que se encuentra enmarcado el conflicto de los kurdos. Atatürk, el fundador de Turquía, estableció una república secular que fomentó el desarrollo cultural, social, laboral y político. Pero, aunque siempre ha habido partidos islamistas en Turquía, los militares, conocidos como los “guardianes” del Estado turco, se aseguraban de controlar que sus políticas no interfirieran con la secularidad del Estado (Gottschild, 2016). 

A lo largo de sus años en el gobierno y pasando por diferentes etapas, Erdoğan no sólo ha cambiado el sistema político turco, sino también el imaginario social de la identidad turca y la dirección del país. El presidente inició su carrera política como alcalde de Estambul en 1994. Tras ser encarcelado por unos meses por incitación a la violencia contra fuerzas del Estado, fundó el actual partido político AKP (Adalat ve Kalkinma Partisi), traducido como “Partido de Justícia y Desarrollo”, heredero del partido político «Milli Görüs» de Erbakan, creado en los años 70 y disuelto tras el golpe militar de 1980 (Gottschild, 2016). Con la creación del AKP en el año 2000 se convirtió en Primer Ministro (Coşkun, 2023). 

Veinte Años del Gobierno de Erdoğan: Fase Reformista (2002 – 2007) 

La primera fase de gobierno del AKP, de 2002 a 2007, se denomina “fase de reformas”, por su tinte liberal y aparentemente democrático. A pesar de no llevarse a cabo ninguna de las reformas propuestas, en 2007 vuelve a ganar el AKP con la presidencia de Abdullah Gül y se establece el primero de muchos cambios en el sistema electoral: a partir de 2007 ya no es el Parlamento, sino el pueblo el que elige al presidente de la República (Gottschild, 2016). Esen Berk, Profesor asistente en la Universidad de Sabancı en Turquía, explica que durante los primeros dos mandatos del AKP, la inflación bajó y la economía se expandió, lo que ayudó a Erdoğan a conseguir un gran apoyo social. No obstante, esta tendencia económica fue parte de un proceso mucho más grande que las políticas económicas del AKP. Antes de los años 90 Turquía era mayoritariamente rural y dependía de la economía de importación. Tras la neoliberalización llevada a cabo entre los años 80 y 90, Turquía experimentó una gran migración urbana acompañada de industrialización y privatizaciones, pasando a convertirse en una economía de exportación (Berk, 2022). 

Veinte Años del Gobierno de Erdoğan: Fase de Lucha (2007 – 2011) 

A partir de 2007 comienzan la persecución y el encarcelamiento de diferentes grupos opositores del gobierno por supuestamente poner en peligro la seguridad del Estado, el islam y las instituciones públicas. Se trata de la fase de “lucha” (2007 – 2011). Pero las políticas del AKP fueron demasiado radicales para las instituciones públicas kemalistas. Con el intento del AKP de levantar la prohibición del velo en universidades, el sistema judicial inhabilitó las políticas del AKP. Fue la primera vez en la historia de Turquía que un partido político en el gobierno fue prohibido. No obstante, las sanciones no llegaron muy lejos, ya que tras protestas de ciudadanos que tomaron las calles y exigieron el levantamiento de la prohibición, esta finalmente se convirtió en una sanción monetaria (Gottschild, 2016). En 2008 el mundo occidental pasó por una fuerte crisis económica y financiera, pero esta apenas caló en Turquía. En 2011 Erdoğan fue elegido con un 49, 8% de votos (Gottschild, 2016). 

Veinte Años del Gobierno de Erdoğan: Fase de Poder (2011 – 2016) 

Con el segundo gobierno del AKP, en la “fase de poder” (2011 – 2016), se intensificaron las políticas islámicas y nacionalistas. Las reformas del AKP consiguieron reducir el poder de las instituciones kemalistas, especialmente el sistema judicial, la burocracia y los militares. Con el aumento de poder del partido, este pudo prescindir de actores políticos que le habían apoyado en el pasado para implementar políticas antiseculares, como los “gülenistas”, un movimiento antisecular y antikemalista creado en los años 70 con el objetivo de islamizar el país y con una fuerte influencia sobre actores estatales, especialmente la educación (Gottschild, 2016). 

En 2011, la “Cemaat” (Congregación) de gülenitas, tras sacar a la luz supuestos escándalos de corrupción de Erdoğan ligados con el PKK, el brazo armado kurdo en Turquía, comenzó a ser perseguida por el Estado. Las disputas entre el movimiento de Fethullah Gülen coincidió con las protestas sociales de Gezi Park en las grandes ciudades de Turquía. Estas criticaban los casos de corrupción del gobierno en el sector inmobiliario y la injusta repartición de ayudas sociales, que priman las zonas rurales de Anatolia y dejan desamparadas a los habitantes urbanos, quiénes consolidan un 80% del PIB nacional. Las manifestaciones sociales de Gezi Park comenzaron con 50 personas y poco a poco fueron creciendo hasta llenar las calles de las principales ciudades industriales de Turquía, visibilizando el descontento ciudadano que fue fuertemente reprimido con violencia policial y judicial (Gottschild, 2016;  Ulusoy, 2023).

El conflicto entre la organización de Fetö Gülen y el AKP culminó con un supuesto intento de golpe de Estado militar por parte de los gülenistas el 15 de julio de 2016, una fecha clave en la historia de Turquía. La coincidencia del intento de golpe de Estado por parte de militares supuestamente ligados a Fetö y las protestas sociales en 2016 incitaron a que el gobierno contestara con mucha violencia y represión social. Finalmente se realizó una limpieza de los sistemas militar, judicial y político para acabar con cualquier forma de oposición. Ese mismo año fueron muchos los encarcelados, detenidos, sentenciados y exiliados contrarios al gobierno (Gottschild, 2016). 

Veinte Años del Gobierno de Erdoğan: El Nuevo Sistema Presidencial (2016 – actualidad) 

Con el paso de Turquía a un sistema presidencial también se intensificaron los tintes antidemocráticos del gobierno, haciendo crecer un nacionalismo neo-otomano islámico, y aumentando la represión a opositores y medios de comunicación. En las elecciones nacionales de 2014 el AKP ganó más del 50% de los votos pero en las parlamentarias de 2015 su apoyo social bajó, por lo que el gobierno convocó unas nuevas elecciones en noviembre del mismo año, consiguiendo la deseada mayoría absoluta para cambiar la Constitución. No obstante, no fue hasta 2017 cuando se realizó un referéndum en el que se realizó el cambio de un sistema parlamentario a un sistema presidencial (Gottschild, 2016). 

El periodista del New York Times Jason Farago narra en el New York Times como desde 2013 Turquía ha tomado un giro autoritario, especialmente notable desde el golpe militar tras las revueltas de Gezi de 2016 y la transición del sistema político. Desde entonces se han incrementado cada vez más las leyes represivas y en consecuencia también el exilio de muchos opositores políticos, periodistas, políticos y militares. En un estudio publicado en 2019 por el Comité de Protección a Periodistas, el CJP, una ONG estadounidense que analiza y publica estudios y artículos sobre los países que condenan, sancionan y persiguen a periodistas, Turquía se encontraba en el segundo puesto después de China por el elevado número de periodistas encarcelados y a la espera de ser procesados (Committee to Protect Journalists, 2020). Este es el caso de Nevşin Mengü, ex-periodista de CNN Turquía que tuvo que dimitir por criticar a Erdoğan en un mitin político con Donald Trump (Mengü, 2023). Mientras tanto, el acceso a medios de comunicación, arte y cultura extranjera, está limitándose cada vez más. En el año 2022, el concierto que tenía previsto celebrarse en Turquía por el prestigioso violinista armenio Ara Malikian, fue cancelado sin explicaciones (Farago, 2023). 

Farago explica que el autoritarismo de Erdoğan ha venido de la mano de un fuerte nacionalismo “neo-otomano” que guía las políticas de identidad y la gran mayoría del voto pro-Erdoğan tanto dentro tanto como fuera del país. La antropóloga Ayse Çavdar revela que este neo-otomanismo está muy presente en las actuales series de televisión turcas, ya que muchas de estas se enmarcan en un contexto de rememoración de un pasado otomano y de un supuesto enemigo que pone en peligro la identidad turca (Farago, 2023). 

El Gobierno que Llegó Tarde al Terremoto 

El cambio a un sistema presidencial autoritario también tuvo un fuerte impacto en la crisis humanitaria a consecuencia de los terremotos de magnitud 7, 9 y 7, 8 en la escala de Richter en el sureste de Turquía y noreste de Siria en febrero de 2023. Las cifras oficiales del Estado estiman más de 50 mil muertos y 122 mil heridos en Turquía, además de los 8 mil muertos en Siria, y un mínimo de 2300 edificios fuertemente afectados. Se trata de una de las peores catástrofes humanitarias de Turquía, en la que fallecieron más personas que en el terremoto de Estambul de 1999, que en el golpe militar de 2016 y en todo lo que lleva el conflicto con el PKK. Según encuestas sociales preelectorales el AKP sufrió una importante bajada de apoyo electoral pocos meses antes de las elecciones por la deficiente gestión durante los terremotos (Links, 2023). 

El gobierno tardó días en dar una respuesta y movilizar mecanismos de ayuda en las regiones afectadas. Dado que Turquía acaba de cambiar a un sistema presidencialista, todas las órdenes oficiales dependen de una persona: Erdoğan, el presidente. Frente a la inacción inicial de las fuerzas del Estado, fueron individuos y organizaciones no estatales turcas y extranjeras las que protagonizaron los rescates, usando Twitter como principal red de comunicación con víctimas y familiares, y como espacio de crítica al gobierno. Como respuesta, el tercer día de la catástrofe el gobierno cerró Twitter durante 12 horas, lo que hizo aumentar la tasa de mortalidad. 

Días después del primer terremoto, y tras denunciar la labor de rescate de organizaciones privadas por no ser “fiables”, y hacer correr el rumor de que había saqueadores tratando de beneficiarse del terremoto, el gobierno movilizó a la institución de ayudas de emergencia del Estado: la AFAD. Finalmente la AFAD (Presidencia de Gestión de Desastres y Emergencias de Turquía), que redujo un tercio de su presupuesto de 2022 a 2023, envió a 9.000 trabajadores de rescate a socorrer a los 5 millones de personas que se encontraban en riesgo. 

En marzo de 2023 el gobierno arrestó a más de 300 propietarios de las obras demolidas, haciéndoles responsables de cara al público de las malas condiciones de los edificios. Tras el terremoto que tuvo lugar en el este de Estambul en 1999 y en el que murieron 17.000 personas, se establecieron normas de construcción más estrictas para la solidificación de edificios controlados por el Estado en toda Anatolia. Estas inspecciones se pagan con dinero público a través de impuestos. No obstante, desde las protestas de Gezi de 2013, el gobierno ha reducido el número de arquitectos del Estado y ha privatizado el sector de la construcción. Las normativas de seguridad no han sido implementadas en su totalidad, y en consecuencia muchos de los edificios no están registrados; son los llamados “gecekondu” (construidos en una noche) (Links, 2023). 

En un discurso público tras los terremotos Erdoğan anunció que los fallecidos eran “mártires”, y que era su “kader” (“destino”) morir. Según las palabras del presidente: “los terremotos y edificios no matan, sólo Dios mata.” Estas declaraciones recuerdan al accidente minero de 2013 en el Mar Egeo en el que fallecieron muchos mineros por las malas condiciones laborales. El presidente lo denominó “desastre natural” e hizo investigar el caso por el Ministro de Asuntos Religiosos. También en el terremoto de 2023 el gobierno movilizó, además de a las fuerzas de rescate y sanidad, a “consejeros espirituales” para consolar a las víctimas en cabinas de rezo móviles. Mientras tanto, muchos murieron a causa de las condiciones precarias e insalubres (Links, 2023). 

Elecciones Libres pero no Justas 

Turquía cuenta con una larga tradición de democracias parlamentarias con elecciones libres, pero desde su transición a un sistema presidencialista tras el Referéndum de 2017, el país tiene varios desafíos democráticos pendientes. 

Actualmente el AKP controla la administración pública, el sistema legal y el 90% de los medios de comunicación (Berk, 2022). Meses antes de las elecciones surgieron grandes preocupaciones de expertos en política tanto dentro como fuera del país por la posibilidad de fraude electoral. Selim Koru, analista político especializado en Turquía y miembro de Turkey Recap, una plataforma de noticias turca formada por periodistas independientes, explica que las elecciones en Turquía son libres pero no justas (Koru, Turkey recap et al., 2023). La libertad de expresión para la oposición existe aunque con espacio muy limitado. 

En las actuales elecciones de 2023 Erdoğan estuvo 40 horas en TRT (“Türkiye Radyo ve Televizyon Kurumu”), la televisión pública nacional, mientras que su opositor Kemal Kılıçdaroğlu tan sólo apareció 40 minutos (Aslı Aksoy, 2023). En el proceso electoral de 2023 se reportaron irregularidades. La Dra. Hüncan Aslı Aksoy, miembro del CAT (Centre for Applied Turkey Studies), una organización de investigación sobre Turquía situada en Alemania, explica que, aunque oficialmente el recuento de votos se realiza por Comités Electorales con miembros de los cuatro partidos mayoritarios, en ocasiones el gobierno prescinde de partidos de la oposición. Además, desde 2014 la agencia de noticias nacional y la más vista del país, Anadolu Agency (AA) anuncia los resultados electorales antes de que los votos sean registrados. Para evitar este tipo de irregularidades en las elecciones municipales de Istanbul en 2019 los partidos de la oposición decidieron observar hasta el final del recuento el registro oficial de votos. Dichas elecciones garantizaron la victoria de Ekrem İmamoğlu frente a Recep Tayyip Erdoğan. Para evitar fraude electoral, aseguran la Dra. Aslı Aksoy y el Dr. Çevik, es necesaria la participación de observadores internacionales y de la oposición durante las elecciones (Aslı Aksoy & Çevik, 2023). 

Desde el Referéndum de 2017 en el que la población turca votó a favor de cambiar de un sistema parlamentario a un sistema presidencialista, los analistas Klimek, Aykas y Thurner han realizado estudios para medir la tasa de fraude electoral. En 2018 se encontraron irregularidades en forma de informes y vídeos sobre manipulación de votos y votantes, coerción de votos (ausencia de papeletas de la oposición) y compra de votos, entre otros, en 11 áreas del país. Esta suma de votos supuestamente fraudulentos podría haber cambiado el resultado del referéndum. 

En 2023 se han reportado menos casos de fraude electoral. No obstante, es importante apuntar que, dada la escasez de observadores para las elecciones en las regiones de Anatolia Central y el este de Turquía, no existen datos sobre irregularidades. En estas regiones habita la mayoría de la población rural, kurda y afectada por los terremotos. En cambio, sí existen fuentes de Twitter y otras redes sociales en las que se denuncian irregularidades similares a las de las elecciones de 2018, aunque dichos datos no pueden ser usados en análisis oficiales por falta de objetividad y veracidad (Klimek et al., 2023). 

Elecciones sin Democracia 

Andreas Schedler, autor de The Politics of Uncertainty: Sustaining and Subverting Electoral Authoritarianism, explica que las elecciones no son per se democráticas, sino que son usadas como herramientas de poder en todos los sistemas políticos. La existencia de elecciones hace creer que estos regímenes son democráticos. Pero según Shelter, para que unas elecciones sean democráticas deben ser primero libres y justas, además de cumplir una serie de requisitos: voto universal, libertad de información, elección, participación y expresión de preferencias electorales sin coacción (Schedler, 2002). 

Turquía ha sido frecuentemente denominada como un “autoritarismo competitivo”, una forma minimizada de autoritarismo del s. XXI. En el autoritarismo competitivo, explican Levitsky y Way, hay elecciones, pero no son justas, y aunque no siempre se cometa fraude electoral, hay abuso de recursos por parte del gobierno, especialmente a través de los medios de comunicación, el encarcelamiento, la represión de la oposición, y los exilios forzados (Levitsky & Way, 2002). Para hacer frente a los autoritarismos competitivos, explican Levitsky y Way en The rise of competitive authoritarianism, se exponen cuatro áreas de contestación: las elecciones, la legislación, el orden judicial y los medios de comunicación. Las elecciones son el espacio más importante de cambio, ya que aunque no sean justas, suelen contar con bajas tasas de fraude. El fraude electoral podría llamar la atención de la comunidad internacional y se quebraría el régimen. Dado que actualmente el gobierno de Turquía controla gran parte del orden judicial, los medios de comunicación y el poder legislativo, las elecciones son el espacio de lucha más eficaz (Levitsky & Way, 2002). 

Resultados Electorales de las Elecciones Turcas de 2023 

El 14 de mayo de 2023 el AKP obtuvo la mayoría en el Parlamento. El 28 del mismo mes ganó también, aunque con un márgen muy ajustado, la ronda presidencial, asegurándose la continuación del gobierno de Erdoğan por otros 5 años (Coşkun, 2023). 

Turkey Recap publicó una conferencia online analizando el proceso electoral y los resultados de las elecciones. Según su análisis, debido al control del imaginario social por parte del gobierno la oposición no tiene espacio para construir su propio discurso político; durante el proceso electoral tan sólo pudo responder a las propuestas políticas del AKP. Selim Koru, periodista doctorado especializado en política exterior e interior turca, explica que son el neo-Otomanismo y el discurso de identidad los que marcan la narrativa social predominante en Turquía y los factores que más influyeron en las elecciones (Turkey recap et al., 2023). 

El gobierno ha creado un discurso nacionalista que ve a los refugiados, los kurdos y a la comunidad LGTBIQ+ como una amenaza para la identidad turca. Estos grupos son las principales víctimas de la campaña electoral y las políticas del AKP y de otros partidos mayoritarios. Entre ellos, el tercer partido más votado en las elecciones de 2023, el MHP (Partido de Acción Nacionalista) de Sinan Oğan; un partido de extrema derecha con una retórica fuertemente anti refugiados (Mengü, 2023). 

Según encuestas sociales la tercera mayor preocupación de la ciudadanía turca es el terrorismo. Hace diez años el PKK (El Partido de los Trabajadores del Kurdistán), el brazo armado de los independentistas kurdos, no era un tema central para la política y sociedad turca. El control de los medios de comunicación es también el control del imaginario social, afirma Merve Tahiroğlu, directora del Turkey Programm de POMED (Project on Middle East Democracy) especializada en derechos humanos y democracia, en Turkey Recap. Si el AKP dice que el terrorismo es un problema grave que atacada la seguridad del país, a pesar de no haber datos que lo testifiquen, afirma Tahiroğlu, la población lo cree. 

Hoy en día, a pesar de continuar con el conflicto armado en el este de Turquía, las regiones kurdas han incrementado su tasa de participación política en las elecciones. Esto supone un cambio en la forma de manifestación política: de la violencia al uso de instituciones políticas. Esta forma de expresión política se debe en parte al intento de un acuerdo pacífico entre el gobierno y el PKK propuesto por el político kurdo Selahattin Demirtaş. Desde 2018 Demirtaş se encuentra en la cárcel, aunque continúa ejerciendo poder político. No obstante, su carrera política parece haber finalizado tras estas elecciones, ya que decidió retirarse tras declaraciones de Erdoğan, quién aseguró que mientras él estuviera vivo y en el gobierno, Demirtaş no saldría de la cárcel (Turkey recap et al., 2023).

Votos por Nacionalismo y Política de Identidad 

Schedler teoriza que hay elecciones autoritarias que derrumban el régimen, mientras que otras consolidan su poder. El cambio depende de los ciudadanos y de que haya instituciones sociales fuertes (Schedler, 2002). Es importante recordar, indica el periodista y fundador de Turkey Recap Diego Cupolo, que en las elecciones turcas de 2023 hubo un 10% de votantes indecisos, tal y como se pudo comprobar con la diferencia de resultados en la primera y la segunda ronda electoral (Turkey recap et al., 2023). En estas elecciones no fue la religión, sino el nacionalismo el punto decisivo, explica Farago. La política del siglo veintiuno está más relacionada con cultura e identidad más que con economía y clase social (Farago, 2023). 

En Turquía es más común votar por políticas de identidad en las zonas rurales, mientras que en las ciudades los votos dependen más de factores racionales como la economía y las propuestas electorales. Tal vez la oposición creía que la población turca había trascendido la política identitaria, pero como hemos visto en los resultados, no fue así, comenta Koru. Se trata de una estructura dinámica social y política difícil de romper y muy diferente al concepto de política occidental (Turkey recap et al., 2023). 

Mengü argumenta que uno de los principales problemas es que aunque muchas personas no estén de acuerdo con las políticas del AKP, principalmente con la política económica, no se fían de la oposición. Muchos tienen fe en que Erdoğan salvará al país (Mengü, 2023). Muchos ciudadanos dicen “es nuestro hermano, es uno de los nuestros”, refiriéndose a Erdoğan. Se trata de un culto de personalidad; buscan a un líder que represente su identidad, explica Tahiroğlu. Incluso dentro del CHP el candidato Kılıçdaroğlu fue fuertemente criticado por no emanar una imagen de líder, contrario a Erdoğan y a Ekrem İmamoğlu, el favorito de la oposición, el alcalde de Estambul y mayor enemigo de Erdoğan por el momento (Turkey recap et al., 2023). 

Un País, Dos Identidades 

Los resultados electorales de 2023 evidenciaron la polarización social de Turquía: una parte de la sociedad busca liberalizar el país y acercarse a la Unión Europa, mientras que la otra, más conservadora, pretende mantener el estatus quo político y fomentar la islamización del país. Los resultados electorales también dieron a conocer la situación de muchos turcos residentes en el extranjero y de las diferentes tendencias migratorias, demostrando que esta división social trasciende las fronteras nacionales. Si observamos los resultados de los votos en Austria y Alemania, países con una mayoría extranjera turca, ganó con una vasta mayoría el apoyo a Erdoğan, mientras que en Estados Unidos y en Gran Bretaña se dió la victoria a la oposición. 

Resulta imprescindible conocer los factores sociales para entender el comportamiento de los votantes. Yunus Ulusoy, miembro del Zentrum für Türkeistudien und Integrationsforschung (ZfTI) (Centro de investigación para la integración de estudios turcos) explica que los turcos que emigraron a Alemania en los años 50 y 60 fueron en busca de trabajo, y provienen del centro de Anatolia, una de las zonas más conservadoras de Turquía, mientras que los turcos en Estados Unidos y Gran Bretaña son en su mayoría refugiados políticos, kurdos, y habitantes de zonas urbanas. En Alemania y Austria, a diferencia de Estados Unidos y Gran Bretaña, muchos turcos y descendientes de turcos no han conseguido escalar en la pirámide social, y continúan sufriendo mucha discriminación, lo que dificulta incluso más la integración identitaria en los países de llegada (Ulusoy, 2023). 

Kenan Güngör, sociólogo y experto en Turquía, explica que los turcos de Alemania y Austria están fuertemente influenciados por los medios de comunicación controlados por el AKP. Erdoğan ha conseguido crear una identidad turca transnacional que ha llenado el vacío identitario de muchos inmigrantes discriminados en el extranjero. Es por ello que incluso las terceras y cuartas generaciones de migrantes votan a favor de Erdoğan. Muchos de estos votantes apoyan a partidos de izquierda en los países en los que residen, ya que son estos los que defienden los derechos de los migrantes. Pero a la hora de votar en su propio país votan a partidos conservadores (Güngör, 2023). 

Erdoğan Sólo Cuenta con un 50% de Apoyo Social 

La periodista Nevsin Mengü explica que los resultados electorales no son una victoria para Erdoğan. Turquía es un país polarizado, y la mitad de la población está en contra del gobierno. Erdoğan está ganando con el mínimo de apoyo posible a pesar de controlar cada vez más la narrativa social, las instituciones públicas y los medios de comunicación: ha conseguido aumentar su poder pero no ha logrado aumentar su apoyo social (Mengü, 2023). 

Actuales Escenarios Poselectorales: El Futuro de Turquía 

Elecciones Municipales en Ankara y Estambul en Marzo de 2024 

Alper Coşkun, ex-diplomático de Asuntos Exteriores en Turquía hasta 2019 y actual miembro del think tank Carnegie Endowment for International Peace in Washington (CEIP) asegura que tras la victoria de las actuales elecciones Erdoğan ya se está preparando para las elecciones municipales de Ankara y Estambul en marzo de 2024 (Coşkun, 2023). 

La victoria de İmamoğlu como alcalde de Estambul en 2019 resultó un fuerte golpe para Erdoğan, en parte porque Estambul fue el comienzo de su carrera política. Coşkun explica que İmamoğlu es actualmente el mayor enemigo de Erdoğan, y que, dadas sus altas probabilidades de ser reelegido como alcalde, el AKP está tratando de impedir su participación electoral. Todavía se desconoce si podrá presentarse a las elecciones, ya que en 2022 fue condenado a dos años y siete meses de cárcel por ser acusado de insultar a miembros del Consejo Electoral Supremo (Coşkun, 2023). Por lo tanto existe un alto riesgo de encarcelamiento para İmamoğlu antes de las elecciones (Turkey recap et al., 2023). Recuperar Estambul y Ankara será una labor difícil para el actual gobierno, dado que es en las zonas costeras y urbanas donde predomina la oposición de Erdoğan, debido especialmente a la creciente crisis económica y a la altísima inflación. 

Menos Derechos, más Represión 

Turquía es el segundo país suspendido por el Consejo de Europa después de Rusia por el caso de Osman Kavala, filántropo y artista turco encarcelado desde 2017 por presuntamente “intentar romper con el orden constitucional de la República de Turquía” (Turkey recap et al., 2023). Merve Tahiroğlu predice que la represión a periodistas, políticos y personas en contra del gobierno empeorará con la reelección de Erdoğan. En los próximos años, advierte Nevsin Mengü, se verán amenazadas la seguridad y la protección a las mujeres en Turquía. Los derechos de las mujeres ya estaban en riesgo desde la salida de Turquía de la Convención de Estambul en 2021, una ley internacional de protección a las mujeres (Mengü, 2023). 

También la comunidad LGTBQ+ está en peligro. Dicho colectivo fue el chivo expiatorio del AKP durante las elecciones de 2023. Erdoğan declaró públicamente que la comunidad LGTBQI+ es un “virus de la herejía” exportado desde Occidente que pone en peligro los valores sobre los que se asienta la nación, haciendo creer que la homosexualidad es incompatible con la identidad y el Estado turco. Por ello aseguró que si salía de nuevo elegido como presidente no dejaría vivir a la comunidad en el país (Poyrazlar & Oliver, 2023). Pero la realidad es que no existía un “riesgo” político para Erdoğan por parte de la oposición, ya que ningún partido había propuesto políticas a favor de los derechos LGTBIQ+ (Hubbard et al., 2023). Este discurso de odio sirvió como táctica de distracción frente a graves problemas a los que se enfrenta el país como la inflación, los salarios insuficientes y las consecuencias del terremoto (Poyrazlar & Oliver, 2023). 

Durante sus primeros años de gobierno a comienzos de siglo Erdoğan reivindicaba derechos igualitarios. Apenas dos décadas después la comunidad LGTBIQ+ se encuentra cada vez más reprimida, atacada y amenazada, ya que, a pesar de no criminalizar legalmente la homosexualidad, el número de detenciones y casos de violencia de las autoridad contra la comunidad ha aumentado notablemente. Desde 2014 y especialmente en los últimos años se han prohibido numerosas marchas del orgullo, banderas LGTBIQ+, se ha forzado el cierre de ONGs que protegían a la comunidad y han aumentado el número de personas detenidas y agredidas por la policía (Hubbard et al., 2023). Zeynep Esmeray Özadikti, activista trans desde hace 30 años y primera candidata parlamentaria trans en Turquía, alerta que Erdoğan podría aplicar las leyes de la Sharia en contra de la homosexualidad en los próximos años. La activista asegura que la población turca está mucho más avanzada a la hora de aceptar la comunidad LGTBIQ+ que el gobierno (Poyrazlar & Oliver, 2023). 

Pocos días tras la victoria de Erdoğan en junio de 2023 la policía prohibió la proyección de la película “Pride” por supuestamente poner en peligro la integridad del Estado (Duvar English, 2023). En la marcha del Orgullo de Estambul, que no fue aprobada por las autoridades el 25 de junio de 2023, fueron detenidas 113 personas, según cifras de la ONG de protección a la comunidad Kaos Lg. Cinco de los detenidos eran extranjeros que fueron obligados a ser deportados, uno de ellos un jóven que puede enfrentarse con la pena de muerte en su país: Irán («Turkey to deport LGBTI+ activist facing possible execution in Iran», 2023). 

La Mayor Amenaza para Turquía: La Crisis Inflacionaria 

La crisis financiera es, sin lugar a duda, la prueba de fuego de Erdoğan. Durante el proceso electoral la bolsa subía con la suma de votos de Kılıçdaroğlu y bajaba cuando Erdoğan parecía ganar (Mengü & Özkan, 2023). Finalmente, el mismo día de la reelección del presidente turco la lira cayó en cifras récord. Las erdoganomics se basan en incrementar el valor añadido de los bienes nacionales y aumentar las tasas de las importaciones, lo que provoca menor inversión extranjera y mayor inflación, aumentando el precio de alimentos y bienes básicos. (Göpfert, 2023). El Premio Nobel en Economía Paul Krugmann explicó en 2022 que Turquía se encontraba en una espiral tóxica, refiriéndose a la política financiera del gobierno (Michaelson, 2023). En Turquía ya no existe independencia de las instituciones financieras; estas dependen, como es el caso del Banco Central, del gobierno (Göpfert, 2023). 

En un discurso público en 2018 Erdoğan anunció que el futuro de Turquía no dependía del valor de la lira, y que la inversión extranjera iba a explotar; la misma que actualmente se encuentra en números negativos. Desde que Turquía adoptó el sistema presidencial el 9 de julio de 2018 la lira ha perdido el 30% de su valor. (Türk Tipi Başkanlık Sistemi 5 yaşında: İşte ekonomideki bilançosu. . ., 2023). Desde 2018 el desempleo ha subido de un 18’ 3% en 2018 a un 23%; las reservas del Banco Nacional han pasado a cifras rojas y la Deuda Nacional ha crecido de un trillón a cuatro trillones. También las deudas de ciudadanos ha incrementado, haciendo crecer el número de personas en situación de necesidad de vivienda especialmente después del terremoto, que ha pasado de 3 millones en 2018 a 4 millones en 2023 (Türk Tipi Başkanlık Sistemi 5 yaşında: İşte ekonomideki bilançosu. . ., 2023). El grupo de investigación de inflación turca ENAG calculó un aumento del 105’ 19% en el precio de la compra en 2023 respecto al año pasado; el coste se triplica (Michaelson, 2023). El Banco Mundial califica a Turquía como la decimonovena economía más fuerte del mundo, pero eso no va a cambiar la crisis financiera del país, que requiere de muchas reformas y tiempo para sanarse (Michaelson, 2023). 

El 4 de junio de 2023, la primera semana tras las elecciones, el gobierno anunció al nuevo Ministro de Finanzas Mehmet Şimşek. En su discurso de bienvenida el nuevo Ministro prometió cambiar con la política financiera y obrar con racionalidad, sembrando por una parte esperanzas en la comunidad internacional y por otra el descontento de oligarcas turcos que se veían beneficiados con la política financiera de Erdoğan (Pehlivan, 2023). Con el propósito de reducir el déficit presupuestario afectado por el terremoto, las elecciones y la crisis se han aumentado en un 50% los impuestos y las tasas. Mientras tanto han aumentado los salarios de los puestos oficiales del Estado, lo que supondrá más gastos para el Estado. La subida de impuestos que más se ha percibido por los ciudadanos ha sido el VAT; el valor agregado sobre el consumidor, que ha aumentado en un 2%, y que ha hecho subir el precio de los alimentos, el tabaco, el alcohol y las nuevas tecnologías (Apple Turkey ha cuadruplicado sus precios desde los resultados de las elecciones a finales de mayo de 2023). También se han incrementado los precios de la energía y de los productos farmacéuticos (Yeni vergi artışları yolda, 2023). Coşkun afirma que gracias al turismo en verano de 2023 se estabilizará temporalmente la inflación, pero en otoño Erdoğan pedirá ayudas a reservas extranjeras, posiblemente provenientes de Rusia, Qatar, países del Golfo, o incluso de la Unión Europea (Coşkun, 2023).

Política Exterior Turca: OTAN y la Unión Europea 

Las elecciones de Turquía de 2023 fueron consideradas como las más importantes para la Unión Europea, ya que influyen en las políticas europeas de migración, exterior y en la Guerra de Ucrania. Durante el proceso electoral los resultados parecían imprescindibles para la predicción de futuro de las relaciones con la Unión Europea: Erdoğan parecía significar un enfriamiento de la cooperación, mientras que su derrota se interpretaba como una nueva era y en posible nuevo proceso de adhesión a la UE. 

No obstante, tal y como ocurre frecuentemente en Turquía, los resultados han sido muy diferentes a los pronósticos en la Unión Europea. Con Erdoğan, se ha dejado atrás la Turquía reformista de principios de los años 2000 que pretendía acercarse a la Unión Europea para ser parte de ella. Tras el cambio a un sistema presidencial que dota de más poder y más años para poder ser elegido como presidente en el gobierno, Erdoğan está tratando de asentarse en el poder, apoyándose en su discurso nacionalista y la política identitaria. Gran parte de la población turca emplea esta política identitaria para hacer frente a la realidad de la crisis económica y financiera. El miedo al cambio y a provocar más inestabilidad inmoviliza a mucha gente a votar alternativas a Erdoğan, que para muchos representa el mal menor. Mientras tanto, Erdoğan, a pesar de tratar de alejarse de los ideales de Occidente y crear lazos comerciales y políticos multipolares, no puede permitirse empeorar la crisis económica y perder relaciones diplomáticas. Es por ello que la UE sigue siendo un actor fundamental para Turquía. Asimismo, Turquía continúa jugando un papel determinante en la Unión Europea. Esta relación se verá marcada por cambios en el orden mundial en los próximos años.

Hasta ahora, con la reelección de Erdoğan se han renovado los debates sobre la adhesión de Suecia en la OTAN. Suecia, Finlandia y Turquía comenzaron los diálogos de adhesión a la OTAN en 2022 en un Memorándum Unilateral sobre los asuntos de terrorismo y embargo de armas. Hasta la fecha se ha conseguido la entrada de Finlandia en la OTAN, pero no la de Suecia. 

Tras la Cumbre de la OTAN en Vilnius, Lituania, que se inició el 10 de julio de 2023, Turquía finalmente negoció la adhesión de Suecia a cambio de que Suecia retirara el apoyo de personas relacionadas con el PKK y el Movimiento FETÖ viviendo en Suecia y que apoyara a Turquía en el proceso de adhesión a la Unión Europea. Además, Erdoğan consiguió un pacto con Estados Unidos para la compra de los aviones militares F-16 a los que no ha tenido acceso desde 2016 por su comercio militar con Rusia (Soylu, 2023). Por ahora tanto la presidenta de la Comisión Europea Von der Leyen, así como el General Secretario de la OTAN Jens Stoltenberg han mostrado públicamente su interés de continuar y profundizar en la cooperación con Turquía (Cumhurbaşkanı Erdoğan’dan NATO Zirvesi’nde yoğun diplomasi trafiği, 2023). Ragıp Soylu, el jefe de la sección de Turquía de Middle Eastern Eye, uno de los mayores centros de investigación sobre Oriente Medio, explica que una de las razones de Erdoğan para hacer este movimiento político de acercamiento a Occidente puede ser por la presión del país de reducir la inflación y recuperar el interés de inversores extranjeros (Soylu, 2023). No obstante, Turquía está muy lejos de entrar en la Unión Europea, y sanar al país de la crisis económica y financiera será un proceso lento y costoso.


Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente la organización comparte lo expresado.


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