Introducción

Ubicados en la sexta fila de la tabla periódica, los lantánidos, junto al itrio (Y) y el escandio (Sc) forman el conjunto denominado “tierras raras”. Estos elementos metálicos se encuentran en conjunto con otros minerales y son clasificados como ligeros o pesados según sus pesos atómicos (Wang, 1999).

Sus propiedades iónicas y conductoras los han hecho recursos vitales para la tecnología moderna. Sus aplicaciones van desde electrodomésticos hasta avanzadas tecnologías militares. Por ejemplo, son vitales en tecnologías de navegación de drones o smartboombs (Abraham, 2015); necesarios en tecnologías de energía renovable como turbinas eólicas, paneles solares o baterías híbridas; e imprescindibles para nanotecnología y ordenadores avanzados (Krishnamurthy & Gupta, 2005). Es por esta razón que “han cobrado una significativa relevancia geopolítica en razón de su importancia para la industria y el sector defensa de varios Estados” (Álvarez y Trujillo, 2020, p.336).

Pese a ser más comunes que otros metales como el cobre o el oro, las tierras raras no se concentran lo suficiente para ser explotados intensivamente (Martínez Cortés & del Valle, 2014). De ahí que sea comprensible que países como China, Japón o Estados Unidos dediquen fondos concretos para abordar de forma completa toda la industria que rodea estos elementos.

En definitiva, pese a que durante muchos años carecieron de interés, el descubrimiento de cada vez más propiedades ha hecho que sean valorados como recursos estratégicos, especialmente en las nuevas tendencias de guerra remota y competencia tecnológica. En el presente artículo analizaremos la presente pugna por la producción y consumo de estos elementos, las posiciones de las potencias implicadas y, el rol que jugarán las tierras raras en las dinámicas de interacción y tensión geopolítica de nuestro tiempo.

El rol de China como productor líder

Aunque comenzó en los años 50’s, fue a partir de la tercera etapa de industrialización (1978), impulsada por Deng Xiaoping, que la industria de tierras raras recibió apoyo especial del gobierno, considerándose como un sector estratégico para la economía nacional (Martínez Cortés & del Valle, 2014). Entre 1978 y 1989, la producción había aumentado en promedio un 40% anual (Franks, 2011). Aún en los años 90’s, Estados Unidos era el productor principal, pero la política expansiva, menores costos laborales y regulaciones ambientales relativamente laxas, incentivaron el crecimiento del sector, apoyándose en industrias como la del hierro (Álvarez Calderón & Trujillo Palacio, 2020).

Para 2010, China controlaba el mercado de forma prácticamente monopolística en casi todas sus fases: extracción (97%), separación de óxidos y refinado (97%) y separación de metales y generación de aleaciones (89%); controlando a su vez el 70% del comercio, por ejemplo, el 75% de los neodimios necesarios para equipos de defensa (Zaragoza, 2012). Al posicionarse a la cabeza de la producción y comercialización, China también lidera en investigación sobre tecnología de extracción y procesamiento (Evans, 1996). Ahora bien, pese a que China cuente con una posición dominante en la producción, alrededor del 70% se utiliza para consumo interno, es por ello que la política industrial china ha buscado expandir sus operaciones en otros países, aprovechando el impulso económico (Martínez Cortés & del Valle, 2014; Zaragoza, 2012).

Asegurando el liderazgo en la extracción y el procesamiento, ya en 2017 China controlaba alrededor del 80% de la producción (gráfico derecha[1]), consumiendo más del 50%. Así, el incremento de la demanda otorga a China una posición privilegiada, suponiendo un riesgo a otros consumidores que dependen de su suministro.

Competidores y consumidores

Ciertamente importantes consumidores como Estados Unidos, Japón y la Unión Europea han permitido que China explote y mantenga su potencial liderazgo en la producción de tierras raras. Aunque China posee las mayores reservas, países como India y Australia se encuentran en la lista de productores, lo que podría permitir balancear el monopolio chino sobre estos productos al convertirse en aliados alternativos para los grandes consumidores, pero ¿cómo ha sido la explotación de estos recursos críticos en estos países?

Aunque India tenga la quinta reserva más grande del mundo de estos elementos y una empresa nacional dedicada a la explotación de las tierras raras como lo es la Indian Rare Earths Ltd (IREL), la industria de producción de estos recursos está muy por debajo de su potencial. El país posee casi el 35% del total de los depósitos minerales de arena de playa del mundo, desde donde se puede explotar gran parte de las tierras raras, pero la producción de 2020 en la India fue de sólo 3.000 toneladas métricas, un aumento de sólo 100 toneladas con respecto al año 2019 (Pistilli, 2021).

Lo anterior, debido a que IREL desplazó sus actividades hacia la explotación de minerales comunes, por la facilidad de extracción, en comparación con las tierras raras (Nath Choudhury, 2019). No obstante, esto ha ocasionado que India pierda su ventaja estratégica en la competencia por las tierras raras.

Mientras que India no ha aprovechado su gran potencial, posibilidad que podría ser tenida en cuenta por los grandes consumidores mundiales para terminar con la dependencia de China, Australia en 2019 produjo 21,000 toneladas de tierras raras, convirtiéndose en el cuarto productor a nivel mundial (Tibballs,2021), y en ese mismo año se anunció la creación de la Oficina de Facilitación de Minerales Críticos, para abrir el potencial del país austral en este ámbito (World Energy Trade, 2019).

Ahora con respecto a los grandes consumidores, antes de la década de los 80, Estados Unidos tenía gran ventaja en el mercado de los metales, pero ciertos factores como un aumento en la producción en el extranjero junto a mano de obra barata y presiones domésticas para el cuidado del medio ambiente, han influido en una disminuida explotación de recursos estratégicos en este país (Subin,2021). Aunque hoy en día ha vuelto a establecer la producción doméstica como objetivo estratégico y, por ejemplo, en el año 2020 tuvo como resultado una producción de 38,000 MT (Pistilli,2021), todavía se mantiene como uno de los mayores consumidores de tierras raras, cualidad comprensible de acuerdo al liderazgo en la producción tecnológica y armamentística. Esto se demuestra gracias a una investigación realizada por el Congressional Research Service, la cual evidencia que desde el año 2015 al año 2018, Estados Unidos importó el 80% de metales de tierras raras desde China (Tracy, 2020), comprendiendo así la extrema dependencia que mantiene con el país asiático.

La Unión Europea, por su parte, se perfila como otro de los grandes consumidores y dependientes de la producción China. Si bien la producción doméstica de materiales críticos se mantiene activa, especialmente, la producción de hafnio, el suministro de estos está altamente concentrado en China que provee el 98% de las tierras raras consumidas por la Unión Europea; y otros como Turquía y Sudáfrica, aportan metales como borato y platino, respectivamente (Comisión Europea, s.f).  Sin embargo, este bloque regional ha buscado terminar con esa dependencia y por ello ha concebido la creación de la Alianza Europea de las Materias Primas, una nueva estrategia que mediante la diversificación del suministro y reforzando el abastecimiento mediante la explotación de los recursos domésticos trataría de reducirla (Hackett, 2020).

Por otra parte, y siendo vecino de la región, Japón ha sido un consumidor clave, ya que tiene “una gran dependencia económica de China, especialmente en materia de exportación, manufactura, y materias primas” (Cardona 2013, citado en Martínez Cortés & del Valle, 2014, p.11). Grandes empresas manufactureras como Toyota, Mitsubishi y Panasonic, han aportado a esta relación de dependencia (Martínez Cortés & del Valle) y, de acuerdo con el China’s General Administration of Customs, en 2019, China exportó 45,552 toneladas métricas de tierras raras, siendo que el 36% de este volumen fue dirigido a Japón como potencia tecnológica (China Power, 2020).

Implicaciones en la competencia entre grandes potencias y la seguridad internacional

En las últimas décadas, la importancia vital de las tierras raras se ha hecho evidente, al punto de ser reconocido por los actores estatales como un recurso natural estratégico, según Álvarez y otros (2017) “un recurso natural estratégico es todo recurso natural escaso o de alto valor, de carácter vital para la seguridad, el desarrollo y la prosperidad de un Estado y su sociedad” (como se cita en Álvarez & Trujillo: 2020, p.337)

La importancia geopolítica de las tierras raras va a seguir aumentando en los próximos años, y el monopolio chino en la producción, refinación y exportación de las tierras raras los coloca en una posición de poder que levanta las alarmas en el resto del mundo. La escasez y falta de sustitutos disponibles representa una amenaza a la seguridad multidimensional de los Estados (Álvarez & Trujillo, 2020) y China, por ahora, maneja el grifo.

Uno de los objetivos estratégicos de China es que el resto del mundo, incluyendo a sus antagonistas Estados Unidos, Japón e India, continúen teniendo una dependencia asimétrica que sea favorable a China para el acceso a estos recursos, no obstante, estos Estados han diseñado estrategias para poder tener múltiples fuentes de suministro de tierras raras: EEUU reactivó el funcionamiento de la mina Mountain Pass en California y varios senadores han presentado proyectos como la  Ley de Exploración e Innovación de Minerales Críticos de 2020 que permitiría reformar los permisos de minería, establecer incentivos a la industria y desarrollar la producción doméstica para reducir la dependencia hacia China (Haro, 2020), y, por otra parte, cada vez hay más proyectos de inversión para la construcción de centros de refinación fuera de China. Asimismo, una alternativa para disminuir la dependencia hacia China es la reducir en lo posible la utilización de estos materiales en sus cadenas de producción como lo ha hecho Japón tras el incidente diplomático de 2010 que provocó que China limitara la exportación de tierras raras al país nipón como una herramienta de presión diplomática. A pesar de estos esfuerzos de diversificación, la dependencia hacia China sigue siendo muy alta y lo seguirá siendo en el futuro próximo.

Una dimensión que no se puede dejar de lado es que este recurso es fundamental en la carrera por la supremacía tecnológica entre Estados Unidos y China, la cual tiene relación con la superioridad militar. La alta tecnología o tecnología de punta, depende de piezas y microprocesadores que son fabricadas a partir de algunas tierras raras; a su vez, las tierras raras son necesarias en la fabricación de armamento bélico, desde bombas inteligentes hasta radares (Sanchis, 2020). El acceso a este recurso, así como el know-how para la fabricación de esta tecnología de punta (EEUU tiene ventaja en este apartado), es indispensable para ambas potencias en su competencia tecnológica, militar y política.

La rivalidad entre EEUU y China ha tenido una escalada en los últimos años. Al punto que, en el contexto de la guerra comercial, diplomáticos chinos han amenazado con la restricción a las exportaciones de tierras raras al gigante americano en caso que estos recursos sean utilizados en la fabricación de armamento bélico que podría ser empleados en su contra. No obstante, analistas como Haenle (2019) advierten que estas amenazas de restricciones a la exportación a EEUU podrían escalar las tensiones entre los países y acelerar el proceso desacoplamiento entre las economías. Situación que no es conveniente para China. De todas maneras, este as debajo de la manga representa una herramienta de coerción y extorsión que China podría seguir utilizando en los próximos años contra otros países del sistema internacional.


Referencias y Bibliografía

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[1] Producción mundial de tierras raras. Fuente: Stratfor (2019)