Hoy 15 de septiembre se conmemora el día internacional de la Democracia, uno de los grandes logros y baluartes alcanzados por la sociedad occidental moderna tras la ruptura del antiguo régimen monárquico.

La historia de la democracia se remonta a la antigua Grecia de las Polis, no obstante aquel sistema de gobierno era muy distinto al que hoy en día conocemos. De hecho, la democracia en sí era mal vista por los grandes pensadores como Aristóteles, Platón y Polibio, de quienes nos llegan importantes testimonios. Era para aquellos hombres un régimen desviado y pernicioso. Aquella democracia no estaba montada sobre las bases de la igualdad y libertad de los modernos.

Superando los peligrosos anacronismos de comparar aquella democracia con la nuestra, será puntualmente con el discurrir de las revoluciones atlánticas de los siglos XVIII y las revoluciones del XIX que la democracia como forma de gobierno asuma y cristalice las ideas modernas de igualdad, libertad, propiedad y seguridad. Así nace la primera democracia moderna, la liberal representativa. Estados Unidos Francia e Inglaterra serían los estandartes de este modelo. En el siglo XX la democracia sufriría otra modificación, y es la bifurcación entre dos esquemas y dos discursos antagónicos. La tensión entre la democracia liberal representativa y la democracia popular participativa. La primera apoyada primero en la libertad, la alternabilidad y la excelencia del mecanismo de la representación política; mientras que la segunda estará apoyada más en la igualdad, el discurso totalizador de la felicidad suprema y la representatividad aplastante. En ambos casos la democracia será y es uno de los grandes valores de la sociedad occidental, extraña aún para muchas culturas que no contaron con esta rica tradición política.

En el presente el sostenimiento de la democracia depende de sus instituciones sostenidas por la creencia, confianza y valores ciudadanos. Independencia de poderes, alternabilidad y libre competencia pacífica por el poder político, son en definitiva algunas de las verdaderas virtudes de este régimen político hoy cuestionado por las trampas seductoras de los populismos mesiánicos que degeneran en totalitarismos y autoritarismos reivindicativos.  

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Licenciado en Historia y Especialista en Derecho y Política Internacional por la Universidad Central de Venezuela, es candidato al título de Doctor en Ciencias Políticas de la misma casa de estudios. Es uno de los fundadores de CEINASEG. Se desempeña como profesor universitario con experiencia en las Escuelas de Historia, Comunicación Social, Estudios Políticos y Estudios Internacionales. Es Jefe del Departamento de Formación Histórico Especial de la Escuela de Historia de la Universidad Central de Venezuela, Director de Investigación Histórica de la Asamblea Nacional y Miembro del Grupo de Investigación de Lenguajes y Conceptos Políticos de la Escuela de Estudios Políticos y Administrativos. Sus líneas de investigación son la seguridad internacional en el marco de las Relaciones Internacionales y la historia de los lenguajes políticos en el marco de la Teoría Política. Actualmente dedicado al estudio de la representación y representatividad en el marco de la crisis de la democracia moderna.