
Relación Germano-Brasileña: liderazgo político, ambiental y lazos UE-América Latina
Fuente de la imagen: Bertelsmann Stiftung
Escrito por: Federico Mujica Santiago y Juan Andrés Gascón Maldonado
Introducción
El cambio climático se ha consolidado como una de las principales problemáticas en la agenda política internacional. No obstante, su reconocimiento como un tema prioritario es relativamente reciente, comenzando a ganar relevancia en las últimas décadas debido al incremento de la evidencia científica sobre sus efectos y al aumento de las consecuencias ambientales, sociales y económicas que amenazan la estabilidad y el desarrollo global.
Los esfuerzos de cooperación y las políticas internacionales orientadas a la protección del medio ambiente comenzaron a consolidarse oficialmente en 1972 con la Conferencia sobre el Medio Ambiente o Cumbre de Estocolmo y la creación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Desde entonces, se han sumado significativos esfuerzos, en los que América Latina y la Unión Europea (UE) han adquirido un protagonismo creciente en la agenda ambiental global, tales como: la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992, la COP1 de Berlín en 1995, el Protocolo de Kioto en 1997 y la creación de la Agenda de Desarrollo Sostenible establecida por la ONU en 2015.
De acuerdo con Buzan y Falkner (2023), en la política ambiental global, al igual que en muchos otros aspectos internacionales, se evidencian profundas desigualdades de poder entre los países. Según estos autores, “el poder ambiental se desprende de la capacidad de cada uno de los países de impactar tanto en positivo como en negativo sobre la calidad del medio ambiente global”. En este contexto, las potencias ambientales desempeñan un papel crucial en la transición hacia una economía verde y un desarrollo sostenible, ya sea como grandes emisores de gases de efecto invernadero (GEI) o como reservorios de importantes ecosistemas naturales y recursos estratégicos esenciales para la transición ecológica.
La UE se ha posicionado como una de las principales potencias ambientales, no solo por su peso histórico en las emisiones de GEI, sino también por sus exitosos esfuerzos para reducir su huella de carbono, destacándose en este ámbito el liderazgo de Alemania. Por otro lado, América Latina, aunque no posee la responsabilidad histórica que tienen las regiones industrializadas, emerge como un bastión ambiental indiscutible debido a sus vastas reservas naturales y su biodiversidad. En particular, Brasil, se ha convertido en una potencia ambiental emergente.
En este sentido, se viene promoviendo una fuerte cooperación birregional y bilateral en materia ambiental. Alemania, como líder en tecnologías limpias, ha identificado en América Latina socios claves, entre los que destaca Brasil debido a su potencial para producir hidrógeno verde de manera competitiva, gracias a su abundancia de fuentes renovables como la energía solar e hidroeléctrica. Este recurso no solo es esencial para descarbonizar sectores clave como la industria y el transporte, sino que también posiciona a ambos países como actores relevantes en la economía global del futuro.
Políticas Ambientales y Cooperación Birregional UE-América Latina
América Latina es una región de importancia crítica para la sostenibilidad global debido a su riqueza en biodiversidad y recursos naturales. Alberga un tercio de las reservas de agua dulce del planeta y el 60% de la biodiversidad mundial (PNUMA, 2016). Sin embargo, también enfrenta graves desafíos como la deforestación en la Amazonía, responsable de una parte significativa de sus emisiones de GEI, además de desigualdades socioambientales y conflictos relacionados con el uso del suelo. La región ha iniciado esfuerzos hacia la transición verde, pero estos están fragmentados y dependen en gran medida de las dinámicas nacionales y los intereses externos.
La UE es la cuarta potencia mundial emisora de GEI por detrás de China, Estados Unidos e India (European Environment Agency, 2024). No obstante, es las últimas décadas se ha convertido en líder en políticas ambientales, comprometiéndose a alcanzar la neutralidad climática para 2050 mediante el “Pacto Verde Europeo”, que abarca medidas como la reducción del 55% de las emisiones para 2030, la expansión de las energías renovables y la promoción de la economía circular (Consejo Europeo, 2025).
En el caso de América Latina, a pesar de que la mayoría de los países son signatarios del Acuerdo de París, los compromisos específicos varían dependiendo del país. América Latina es responsable del 8% de las emisiones de GEI mundiales, destacando Brasil (6º) y México (12º) entre los principales emisores. Se prevé que la región reducirá un 11% las emisiones de GEI para 2030 (OCDE,2022).
En este contexto, la cooperación entre la Unión Europea (UE) y América Latina cimentada en objetivos ambientales compartidos, como la sostenibilidad, la transición hacia una economía verde y el cumplimiento del Acuerdo de París se ha intensificado en las últimas décadas y se ha construido a través de diversos acuerdos y marcos de cooperación que buscan alinear sus esfuerzos para promover la sostenibilidad.
En 2021 se estableció la Alianza Verde UE-ALC, un marco de cooperación diseñado para reforzar las iniciativas conjuntas en áreas estratégicas como la transición energética, la gestión de la biodiversidad y la promoción de una economía circular. Este esfuerzo ha permitido desarrollar proyectos de interés compartido que fortalecen la relación birregional.
El polémico acuerdo UE-Mercosur, por su parte, aunque aún está en proceso de ratificación, incorpora un capítulo ambiental centrado en combatir la deforestación, especialmente en la Amazonía, y en establecer estándares sostenibles en el comercio agrícola. Este acuerdo refleja el interés mutuo por integrar la sostenibilidad en el comercio internacional, pese a las tensiones y desafíos que esto implica.
En términos de financiamiento, el Fondo Verde para el Clima ha sido un mecanismo central en la cooperación ambiental entre ambas regiones. Europa, como uno de los principales donantes, ha facilitado recursos significativos para proyectos de mitigación y adaptación climática en América Latina, consolidando a la región como una de las mayores receptoras de este financiamiento.
Finalmente, las inversiones en energías renovables destacan como uno de los ejes más prometedores de esta relación. En los últimos años, la UE con Alemania a la cabeza han incrementado su apoyo a iniciativas de energía limpia en América Latina, particularmente en proyectos relacionados con el hidrógeno verde.
Países como Chile y Brasil se han convertido en relevantes prospectos en este ámbito, posicionándose como futuros exportadores de esta energía limpia de trascendental importancia para la descarbonización global.
El rol de Brasil y Alemania en sus respectivas regiones
Alemania y Brasil representan dos gigantes dentro de sus respectivos bloques, tanto a nivel geográfico (especialmente Brasil), como político y económico (especialmente Alemania). Ambos países han sido protagonistas de los proyectos de integración en sus respectivas regiones, siendo el Mercosur y la Unión Europea los ejemplos más representativos. Sus posiciones y acciones políticas, si bien no son ilimitadas, reflejan una posición aventajada que corresponde con el peso que tienen a nivel regional, convirtiéndoles en actores clave para la adopción o coordinación de agendas entre sus respectivos bloques.
Alemania, miembro fundador de la UE, no solo ocupa el séptimo puesto en términos de PIB per cápita de la UE, muy por encima de la media de los miembros, sino que representa el 24,2% del PIB del bloque (la más grande), además de que destina un 55,1 % de sus exportaciones a los miembros del bloque y es uno de los principales contribuyentes de los proyectos de desarrollo común de la UE, especialmente en materia medioambiental y energética (Unión Europea, 2025). Por su parte, Brasil, con más de 200 millones de personas, es de los pocos países latinoamericanos en formar parte de las 10 economías más importantes del mundo y, pese a sus desafíos estructurales internos, es uno de los focos de crecimiento y desarrollo dentro del Mercosur (Mercosur, 2025), así como activo participantes de otros mecanismos de cooperación y visible referente de la región, tanto a nivel industrial (agroindustria, energía, minería, turismo, etc.), comercial (principal receptor de inversiones de la UE, China y entre los primeros de Estados Unidos) o político (debutante del liderazgo regional con Chile, México, Argentina o Perú).
Ambos países han adquirido – y en gran parte asumido – un rol de liderazgo regional sostenido por los factores que hemos mencionado antes, así como muchos otros. Alemania es un actor clave en la integración y economía europea, convirtiéndose con Francia en uno de los motores de la integración que llevaron al Tratado de Roma de 1957, hasta llegar a darle forma a la UE que conocemos hoy en día. Asimismo, Alemania ha sido un respaldo en la ampliación de Estados miembros (sobre todo con la extensión al este en torno a 2004) y es un soporte constante de iniciativas europeas sobre el cambio climático o el desarrollo, como el “European Green Deal” o el plan “NextGenerationEU”, o iniciativas de seguridad común, antiterrorismo y política exterior conjunta (La actualidad de Alemania, 2025) .
En el lado latinoamericano, Brasil también juega un rol relevante. En América Latina, como plantean Vadell y Giaccaglia (2020), el regionalismo ha constituido uno de los ejes más importantes en las relaciones internacionales de la región, donde Brasil ha tenido un rol importante desde hace décadas, cooperando con Estados vecinos como Argentina o socios como México en la creación de mecanismos o plataformas de cooperación e intercambio, como la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio en 1960.
Pese a los reveses de los años 70 y 80, coincidiendo con otros episodios históricos de auge autoritario, Brasil tuvo una renovación especial durante los años 90, reforzando su rol regional mientras profundizaba lazos con potencias emergentes, como China. El Mercosur, que precisamente surge en esta época, representa gran parte de ese aliento renovado por la integración. Ahora bien, años después, el peso de la política interna brasileña y su capacidad de coordinar intereses con vecinos como Argentina funcionarán como baluarte o estancamiento del proceso (Malamud, 2023, Vadell y Giaccaglia, 2020).
Para ambos países, su rol y posición en la región son objetivos y, a la vez, bases de su estatus político y proyección de poder. Desde una lectura neorrealista, se podría argumentar que, precisamente la UE y el Mercosur son proyecciones o extensiones del poder e influencia de estos países. No obstante, sería una lectura incompleta, pues no sólo otros actores tuvieron un rol importante, sino que podemos identificar otras dinámicas y objetivos más allá del peso geopolítico, como por ejemplo el fomento del comercio, la creación de agendas regionales o la promoción normativa de acuerdos que faciliten la cooperación.
Desde afuera de esos países, podríamos plantear que se ha constituido una expectativa insoslayable de sus bloques, es decir, esperamos que aquello que implica a sus respectivas regiones tiene o tendrá un vínculo con estos países. Esto por supuesto tiene una influencia y es influido por las dinámicas internas, en cuanto a que encontramos cómo diferentes actores (partidos políticos, empresas, asociaciones, etc.) ejercen su influencia. En consecuencia, la forma en cómo derive y se organicen ambos países afectará al desempeño general del bloque y viceversa (Leal, 2025).
La dimensión ambiental y el caso del hidrógeno verde como puente de cooperación estratégica birregional
El protagonismo de Alemania y Brasil en la relación ambiental entre la UE y América Latina se ha consolidado en torno a su compromiso con la transición energética. Ambas naciones, aunque con contextos socioeconómicos y geopolíticos diferentes, se han convertido en actores clave en la lucha contra el cambio climático y en la promoción de tecnologías limpias.
Brasil se erige como el actor más influyente de Sudamérica en cuestiones ambientales. Según datos del PNUMA, ostenta el 20% de la biodiversidad del planeta y el 12% del agua dulce mundial (Silva y Melo, 2022). No obstante, enfrenta graves desafíos como la deforestación, que alcanzó picos alarmantes durante las últimas décadas debido a la expansión agroindustrial y la minería.
Alemania, como una de las economías más avanzadas de Europa y líder en innovación tecnológica, ha identificado desde 2020 el hidrógeno verde como una prioridad estratégica para su transición energética. Con el lanzamiento de su “Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde” ese mismo año, el gobierno alemán trazó un ambicioso plan para reducir su dependencia de los combustibles fósiles, descarbonizar sectores como la industria y el transporte, y liderar el mercado global de energías renovables. Sin embargo, debido a sus limitaciones geográficas y climáticas, Alemania enfrenta el reto de depender en gran medida de la importación de hidrógeno verde, con estimaciones que apuntan a que necesitará importar cerca del 70% de esta fuente energética para satisfacer su demanda en los próximos años (ICEX, 2023).
En este escenario, Brasil emerge como un socio estratégico esencial. Con abundantes recursos naturales y una matriz energética que ya es mayoritariamente renovable, el país sudamericano cuenta con un potencial extraordinario para producir hidrógeno verde de manera competitiva. Este potencial no solo posiciona a Brasil como un líder emergente en el mercado global del hidrógeno verde, sino que también representa una oportunidad para atraer inversiones, generar empleo y reducir las desigualdades regionales.
En 2021, Alemania y Brasil firmaron un Acuerdo de Cooperación Energética, que estableció las bases para desarrollar iniciativas conjuntas en el ámbito de las energías renovables y la tecnología del hidrógeno. Este acuerdo fue respaldado por la creación del Congreso Brasil-Alemania de Hidrógeno Verde, liderado por la “Cámara Brasil-Alemania” de São Paulo.
En 2022, la cooperación bilateral alcanzó nuevos hitos con la formalización de proyectos emblemáticos como el Complejo Pecém, en Ceará, y el Complejo Suape, en Pernambuco. Estos proyectos están diseñados para posicionar a Brasil como un centro de producción y exportación de hidrógeno verde, con Alemania como uno de sus principales socios comerciales. Además, en enero de 2023, Brasil logró un avance significativo al producir su primera molécula de hidrógeno verde en el mencionado Complejo Termoeléctrico de Pecém, marcando un hito en la trayectoria del país hacia el liderazgo global en este mercado (EDP, 2023). Se ha proyectado que las exportaciones comerciales de hidrógeno verde procedentes de Brasil se pondrán en marcha entre 2025 y 2026.
Los encuentros bilaterales entre el canciller alemán Olaf Scholz y el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, celebrados en 2023, reforzaron este compromiso, destacando el hidrógeno verde como una prioridad estratégica en la relación entre ambos países.
El desarrollo del hidrógeno verde en Brasil tiene el potencial de generar impactos socioeconómicos significativos. Según estimaciones, la transición al hidrógeno verde podría incrementar el Producto Interior Bruto (PIB) brasileño en 61,5 mil millones de reales, lo que equivale a un 0,3% del PIB proyectado para 2030. Además, este sector podría crear aproximadamente 177,000 puestos de trabajo para ese mismo año, contribuyendo a la reducción de las tasas de pobreza y al desarrollo de regiones tradicionalmente marginadas, como el nordeste del país (Vilela, 2024).
El nordeste de Brasil, una de las regiones más pobres del país, se perfila como el principal beneficiario de estas inversiones debido a la disponibilidad de energía solar y eólica, así como a la existencia de infraestructuras portuarias clave para la exportación. Los proyectos relacionados con el hidrógeno verde, junto con las inversiones en infraestructura y tecnología, podrían crear nuevas oportunidades económicas y mejorar la calidad de vida de millones de brasileños. Sin embargo, existen un grupo crítico de expertos y académicos que mira con recelo las negociones y proyecciones en torno al hidrógeno verde y su impacto en dicha región.
En este sentido, es de vital importancia trazar un plan que involucre no solo la transferencia de tecnología, sino que demarque la expansión de cadenas industriales de valor en torno al hidrógeno verde, proyectándose al mismo tiempo el desarrollo de un mercado interno que posee gran potencial, teniendo en cuenta además el equilibrio ambiental y el derecho de pueblos nativos.
Para Alemania, la cooperación con Brasil en este sector representa una solución estratégica a su necesidad de diversificar las fuentes de suministro de hidrógeno verde. En un contexto global marcado por la crisis climática y las tensiones geopolíticas, garantizar un acceso estable y sostenible a esta fuente energética es fundamental para mantener su competitividad industrial y avanzar en su transición energética. Además, la colaboración con Brasil refuerza el liderazgo de Alemania en la promoción de tecnologías limpias y su papel como impulsor de la sostenibilidad a nivel global.
Conclusiones
Las capacidades y alcances de Alemania y Brasil para promover una cooperación birregional en materia medioambiental no serán ilimitadas, pero representan un claro potencial para generar sinergias en un ámbito que ha cobrado especial interés para ambos bloques. Si bien resulta superficial traducir que los intereses germanos o brasileños se traducen en la agenda de sus respectivas regiones o bloques, si que pueden identificarse los canales de influencia y los entramados de diálogo político o apoyo institucional que ambos países han desplegado.
Irónicamente, podríamos asumir que Portugal, o en menor medida España, podrían desenvolver un rol de intermediación con Brasil desde Europa, a la par que Argentina para el Mercosur o México a nivel general. Empero, Brasil y Alemania concentran un estatus y posición que no recae en lazos históricos o culturales directos, sino en la consolidación (parcial o total) de una noción de liderazgo y representatividad de la región, al punto que, a nivel lingüístico y cultural, sin necesidad de ser mayoría en sus bloques, han obtenido un constante interés y relevancia.
El ámbito medioambiental y las políticas ecológicas o verdes, como hemos visto, funciona como un foco de atención positivo para ambos países, siendo una parte considerable de varias agendas nacionales y un punto en común de interés para la cooperación. Ahora bien, los criterios de aprovechamiento de recursos, las aspiraciones geopolíticas y las limitaciones técnicas impiden que sea un proceso más fluido.
En este aspecto, el incipiente avance en el aprovechamiento del Hidrógeno y las limitaciones técnicas con respecto al desarrollo de válvulas y motores que puedan sacarle provecho son un claro ejemplo de que la abundancia de un recurso o la disposición inicial de cooperar no tienen porque evolucionar de forma tan rápida, más aún si incluimos los intereses de otros actores.
En este sentido, un respaldo a las políticas ambientales por parte de Brasil y Alemania son factores fundamentales de su alcance regional. No obstante, la omisión u obstáculos para cooperar o desenvolverse en este ámbito impactan directamente en el desempeño y coordinación de políticas de ambos bloques, siendo un factor de constante incertidumbre dentro y fuera de la UE o proyectos como el Mercosur.
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente la organización comparte lo expresado.
Bibliografía
Buzan, B. y Falkner, R. (2023). La responsabilidad ambiental de los grandes potenciales ambientales. Anuario Internacional CIDOB, pp. 55-64. http://eprints.lse.ac.uk/120930/2/421912_Texto_del_art_culo_620307_1_10_20231122.pdf
Consejo Europeo (2025). Pacto Verde Europeo. Consejo Europeo, Consejo de la Unión Europea. https://www.consilium.europa.eu/es/policies/european-green-deal/
EDP (17 febrero 2023). Hidrógeno verde en EDP: la primera molécula. https://www.edp.com/es/historias-de-edp/hidrogeno-verde-primera-molecula
European Environment Agency (22 enero 2024). Las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE disminuyeron el año pasado, pero aún es necesario intensificar los esfuerzos para cumplir los ambiciosos objetivos para 2030. https://www.eea.europa.eu/es/highlights/las-emisiones-de-gases-de
ICEX (2023). Estrategia Nacional del Hidrógeno en Alemania. Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España en Berlín. https://www.icex.es/content/dam/es/icex/oficinas/017/documentos/2023/11/otros-documentos/OD_Estrategia%20Nacional%20del%20Hidrógeno%20en%20Alemania%202023_REV.pdf
La actualidad de Alemania (2025). Impulsora de la integración europea. https://www.tatsachen-ueber-deutschland.de/es/alemania-y-europa/impulsora-de-la-integracion-europea
Leal, L. (24 febrero 2025). ¿Cómo cambiará el papel de Alemania en la UE tras las elecciones? Euro EFE. https://efe.com/euro-efe/2025-02-24/papel-alemania-ue-tras-elecciones/
Malamud, C. (24 enero 2023). Brasil, Sur, Mercosur y después. Real Instituto Elcano. https://www.realinstitutoelcano.org/comentarios/brasil-sur-mercosur-y-despues/
Mercosur (2025). En pocas palabras. https://www.mercosur.int/quienes-somos/en-pocas-palabras/
OCDE (2022). Perspectivas económicas de América Latina 2022: Hacia una transición verde y justa. https://repositorio.cepal.org/server/api/core/bitstreams/3f2d1169-2468-4e33-9d14-e553af4ab5cc/content
PNUMA (2016). Estado de la Biodiversidad en América Latina y el Caribe. https://www.cbd.int/gbo/gbo4/outlook-grulac-es.pdf
Unión Europea (2025). Alemania. Web Oficial de la UE. https://european-union.europa.eu/principles-countries-history/eu-countries/germany_es#:~:text=Alemania%20ocupa%20el%20s%C3%A9ptimo%20puesto,PIB%20total%20de%20la%20UE.
Vadell, J. A., & Giaccaglia, C. (2020). El rol de Brasil en el regionalismo latinoamericano: La apuesta por una inserción internacional solitaria y unilateral. Foro internacional, 60(3), 1041-1080. Epub 23 de octubre de 2020. https://doi.org/10.24201/fi.v60i3.2770
Vilela, A (2024). El hidrógeno verde podría aportar 61.500 millones de reales al PIB de Brasil en 2050. H2 Business News. https://h2businessnews.com/hidrogeno-verde-pib-brasil-2050/
Silva, J. y Melo, A. (2022). El sistema brasileño de gestión del agua y la participación pública: el caso de la cuenca del río Paraíba. Agua y territorio, (16), pp. 1-18. https://revistaselectronicas.ujaen.es/index.php/atma/article/download/4921/5130?inline=1