En marzo de 2018, la administración Trump invocó la Ley de Expansión Comercial que habilita al Poder Ejecutivo de ese país a establecer restricciones unilaterales de carácter comercial cuando su seguridad nacional se vea afectada por indicios de “competencia desleal.” Los motivos para invocar dicha ley se basan en el actual déficit comercial que sostiene Estados Unidos (EEUU) con China estimado en 419.000 millones de dólares para 2019 (BBC, 2019). A su vez, la administración Trump basó esta decisión en las prácticas de competencia desleal como el robo de propiedad intelectual, dumping y la transferencia forzada de tecnología que afectan a la economía nacional estadounidense. 

EEUU ataca

Si bien la imposición de aranceles contra China inició a finales de enero de 2018 cuando EEUU estableció aranceles especiales a la importación de paneles solares (30%) y lavadoras (20-50%); el factor detonante para el inicio de la guerra comercial fue el 08 de marzo de 2018 (EFE, 2018) con la imposición de aranceles a la importación de acero (25%) y aluminio (10%). Esta lista se amplió en junio a otros productos chinos (principalmente bienes intermedios) valorados en 50.000 millones de dólares y que forman parte del plan industrial “Made in China 2025” como semiconductores.

China contraataca

La respuesta por parte de China no tardó en darse y en abril de 2018 respondió con represalias a través de la imposición de aranceles (25%-15%) a distintos productos estadounidenses como acero y productos agrícolas (soja y carnes) valorados en 3.000 millones de dólares. En julio respondió con aranceles equivalentes a 34.000 millones de dólares. La imposición bilateral de aranceles continuó entre julio y septiembre.

Tregua y negociaciones comerciales

Durante 2018, el valor total de aranceles aplicado por EEUU sobre los productos importados provenientes de China asciende a los 250.000 millones de dólares. En el caso de China, el valor total de aranceles aplicado sobre productos estadounidenses asciende a los 110.000 millones de dólares. Esta rápida escalada alcanzó una tregua comercial en el marco de la decimotercera cumbre del G20 en Ciudad de Buenos Aires que se realizó en diciembre del año pasado.

EEUU decidió postergar la imposición de aranceles (del 10% al 25%) a productos chinos valorados en 200 mil millones de dólares a cambio de negociar y alcanzar un acuerdo. Sin embargo, hubo un giro inesperado y Trump anunció la reanudación de la ronda de aranceles (del 10% al 25%) contra productos chinos (5700 bienes afectados) valorados en 200.000 millones de dólares. Estos aranceles entraron en vigor el viernes 10 de mayo de este año.

¿Por qué es tan difícil negociar?

EEUU quiere reducir el deficit comercial y le exige a China el cese de la competencia desleal puesto que de acuerdo a la administración Trump, los robos de la propiedad intelectual e información confidencial estadounidense son una táctica de espionaje china. El gigante asiático por su parte niega tales acusaciones y es sensible en algunos temas a negociar como los subsidios a las empresas estatales, tipo de cambio y transferencia de tecnología. Sin embargo, el interés subyacente del conflicto comercial es la disputa tecnológica, geopolítica y geocomercial entre las dos grandes potencias en el marco de la Cuarta Revolución Industrial. EEUU teme que los proyectos chinos, la Nueva Ruta de la Seda, la infraestructura 5G y Made In China 2025, socaven el poder económico y político estadounidense que ha prevalecido por décadas en el sistema internacional con lo cual la rivalidad va más allá de lo comercial, se trata de una competición por el liderazgo global. 

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Licenciado en Estudios Internacionales por la Universidad Central de Venezuela. Con diplomado en Comercio Exterior por la Asociación Venezolana de Exportadores (AVEX). Sus líneas de investigación son las cadenas globales de valor y la nueva carrera tecnológica entre las grandes potencias en la geopolítica global.